Pocas veces un show cubre todos los elementos que lo involucran con excepcionalidad. El de Alejandro Sanz lo fue. Los músicos, la escenografía, el sonido, la calidad vocal —sin que el orden altere la importancia de cada uno—, formaban un todo para hacerlo simplemente único. Pero además con un ingrediente que por un momento lo elevó a lo majestuoso, la participación del músico de jazz Arturo Sandoval. Vestido de negro, Alejandro cantó las primeras notas de
Llamando a la mujer acción y el Nokia Theatre LA Live parecía caer con el estruendo de los gritos que le daban la bienvenida el miércoles por la noche. Su presencia, apoyada de un gran equipo de producción con un
escenario recargado de audiovisuales digitales, pusieron en preámbulo lo que se desataría en el resto de la velada con la primera presentación en Estados Unidos de su gira "La música no se toca". Luego de las primeras tres piezas, envuelto entre los aplausos y los emocionados gritos, Alejandro que conoce mejor que nadie a su público, pone cara de chico bueno, sonríe y se deja querer. "
Me da mucho gusto verlos, se ven muy bien, se están cuidado, ¡eh!", dijo de entrada. "
Vamos a darlo todo para que esta noche sea todo lo que tengo aquí —señala su cabeza— y que tengo aquí, en el corazón". Tenía dos años sin presentarse como tal, aunque tuvo esporádicas apariciones. El año pasado estuvo aquí, en una presentación privada en la que recibió los primeros discos de oro y platino por las altas ventas de su más reciente producción que salió en septiembre del año pasado y que lo ha puesto al tope de ventas en varios países, lo que le ha dado el mérito de tener el álbum más vendido de 2012 por un artista de lengua hispana. En sus
tours, Alejandro no es el único que luce, él mismo hace resaltar el talento de sus músicos y reafirma, cada que tiene oportunidad, que trae de los mejores. Acompañado de una banda de diez músicos, cinco de ellas mujeres, y dos coristas, los temas interpretados por Sanz se razonan menos en ese momento para disfrutar lo melódico, y las líricas más conocidas de sus grandes éxitos retoman una exaltación distinta que se denota con evidencia entre el público. Ese fue el caso de
Mi soledad y yo. Pero una gratitud más llegó cuando Sandoval apareció en el escenario para acompañarlo en una parte del medley que contenía
Nuestro amor será leyenda,
El alma del aire y
Labana, en donde se dejaron escuchar algunos acordes, para más tarde tenerlo nuevamente en
No me compares y
Corazón partío. En ese tema, Sandoval descargó su energía y habilidad para hacer unas intervenciones de jazz que el público verdaderamente agradeció. Luego Alejandro despidió esa participación de Sandoval diciendo: "
es uno de nuestros maestros vivos, hay que quererle, hay que cuidarle, se merece todo el amor". Los minutos transcurrían y a las diez el madrileño anunciaba que se estaba acercando el final. Para entonces había desgranado casi todos los temas de su nuevo
disco, pero faltaban algunos de sus clásicos. Con una de sus vocalistas, cantó el tema que grabó con Alicia Keys,
Looking for Paradise y entonces se despidió con
La música no se toca. Pero aunque se ausentó del escenario, una ovación entre gritos de júbilo y aplausos, lo aguardó por prolongados dos minutos. Regresó para interpretar
Mi marciana,
Amiga mía y finalmente
¿Y si fuera ella?
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