En abril de 2002, Alejandro viene en la revista Rolling Stone. Se acaba de comprar una casa en Miami y ha dejado de vivir en alquiler, ahora es propietario de su espacio, en el sueño americano, a partir de los 4 galardones que se lleva en los últimos Grammy Latinos, premios que le valen su presencia en la gala de los Grammy anglohablante cantando en español, algo inimaginable hasta ahora. La revista le pregunta si cree que le adorarán en España tanto como a Antonio Banderas si triunfa en el mercado americano a lo que Alejandro responde: "Creo que se le da más importancia a los actores que a los cantantes. Pero queramos o no, los artistas españoles que salimos fuera nos convertimos en representantes de nuestro país". Y confiesa: "En la ceremonia de los Grammy tenía ganas de salir con una camiseta en la que pudiera leerse el nombre de España estampado. No sé, me dio por ahí. Se me pasó por la cabeza... También ocurre que, viendo España desde el otro lado del mapa, te empiezas a sentir orgulloso de cosas como la tortilla de patatas". Le preguntan si no le dan ganas de soltar alguna pataleta cuando le asedian con protocolos y formalidades a lo que el madrileño responde: "Si, en ocasiones siento la tentación de darla". Cuando le preguntan qué le falta para estar por encima del bien y del mal, Alejandro dice: "La pataleta que apuntas. Entonces igual es cuando mi profesión empieza a dar verdaderas alegrías". Y es que lo que se espera de él es que se muerda la lengua: "No sé, a lo mejor en las altas esferas están esperando lo contrario. De todas formas yo dejo que sean la intuición y la inercia las que me desinhiban, aunque me cueste más tiempo que a otros. El día que el cuerpo me pida soltarme el pelo ten por seguro que lo haré. Y cuando me vea y me veas tirado como consecuencia... espero que me des un cigarrito por lo menos", bromea. Le preguntan si le parece tercermundista la falta de clase media musical a lo que responde: "Si lo dices porque somos pocos los que lo vendemos todo, frente a la mayoría de artistas que apenas vende, estoy de acuerdo. Pero no sé a quién culpar de ello". Cuando le preguntan por la piratería, Alejandro lo tiene claro: "La industria debe solucionar sus problemas. Al final quieren meternos en el embolado a todos cuando lo que pasa es que a las multinacionales las ha pillado el toro. No han sabido reaccionar a tiempo frente a la piratería y a otras cosas", aunque el cantante se mueve dentro de una: "Estaré metido en sus engranajes mientras me convenga. El día que no me vaya bien dentro no te creas tú que me van a apretar las tuercas. Nunca podré ser amigo del señor Warner porque no existe. Sí lo soy de las personas que hay dentro" dice. Finalmente habla de los músicos españoles de los 80 de los que parece no ser muy amigo: "Estoy harto de escucharles despreciar los años 90 por la supuesta crisis creativa que trajeron consigo, tanto que pienso en retirarles la palabra. ¿Qué pasa con los chicos de los 80? ¿Se han muerto? ¿No? Pues entonces que se pongan las pilas. Yo les invito a que sigan vivos en el 2000, protesten menos, mejoren lo que hay y no se conviertan en objetos de museo" dice tajante.
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