Alejandro Sanz lleva uno de esos pantalones de chándal que ahora se llevan tanto como pijama como para ir a las oficinas modernas. Cojea un poco porque se hizo una lesión jugando al tenis, una de sus pasiones. Sus brazos, cada vez más tatuados, abrazan al periodista. Y enseguida comienza a coleguear y a bromear, seguramente su estado habitual cuando no está concentrado, creado. Madrileño de 46 años, casado con Raquel Perera en 2011 y padre de cuatro hijos de tres mujeres diferentes (Manuela, de 13 años, con Jaydy Michel; Alexander, de 11, con Valeria Rivera; y Dylan, cuatro, y Alma, de uno, con Perera), acaba de editar su nuevo disco, Sirope, que presenta en una gira que arranca el 30 de julio en Córdoba. Además, continúa de jurado en la televisiva La Voz. Sorbe un café y empieza a hablar con esa mezcla de acentos que pasan por el barrio madrileño de Moratalaz, Cádiz y Miami.
Una de las primeras entrevistas que le hicieron se puede ver en YouTube. Usted tenía 23 años. Me gustaría extractar algunas declaraciones para conocer si sigue pensando lo mismo, 23 años después. Claro. A ver, a ver…
Decía que era usted un juerguista… En esa época sí, seguro. Quién no es un juerguista con esa edad. Yo admiro a la gente que con 23 años es capaz de centrarse en una carrera o en un trabajo. Yo, claro que era juerguista. Lo mantuve durante un tiempo. Hasta que me ha aguantado el cuerpo. Ahora prefiero estar en casa. Me gusta invitar a amigos a cenar. Eso de irnos de afterhours se acabó [risas]. Además, yo soy de la opinión de que en Madrid nunca hubo afterhours porque todo eran afterhours.
Otra cosa que declaró con 23 años: que detestaba las drogas. En aquella época, seguramente [risas]. Ya en serio: he visto el resultado de las drogas en mucha gente y ha sido una catástrofe. Todos hemos tonteado con ellas en algún momento. Sobre todo los de mi generación. Siempre es bueno conocer al enemigo y saber dónde está, para mantenerlo alejado.
¿Qué probó usted? En esa época probé de todo. Hombre, no, heroína no. Pero el LSD estaba en la calle. Los canutos, por supuesto… Todo.
¿Se acuerda de la primera vez que consumió LSD? Es que me sentó tan mal que nunca más lo volví a probar. Fue horrible, porque yo quería parar esa sensación… ¿Sabe lo que pasaba en el barrio? Si no lo tomabas te marginaban. El mundo del gueto es una cosa muy social, como el de la jet set. Si no te tomas el tripi te marginan. A mi me sentó fatal. Quería que se me pasara… Usted lo ha probado, ¿no?
No, yo no. Pues no sabe de la que se libró. Era una sensación tan horrible… Querías que se te pasara pero era imposible. Cuando llegué a casa de mis padres, donde vivía en aquella época, me metí en mi cuarto y aguanté el tirón. Y nunca más.
¿Qué droga le sentaba bien? En aquella época me acuerdo que escuchábamos rock andaluz y fumaba canutitos. Pero tampoco me sentaban tan bien… Ahora prefiero un vinito. Pero sí, detesto las drogas.
También hace un llamamiento a las chicas para que en el sexo tomen la iniciativa. Es que tenía 23 años. ¡Qué iba a decir! Estaba hecho un pendejo. Ahora, con tal de que haya sexo, me da igual quien tome la iniciativa [risas].
Dijo que creía en dios. ¿Lo sigue manteniendo? A pesar de los pesares sí. La fe cuesta. Envidio la fe que tienen algunos amigos míos. Es que ayuda muchísimo. Yo sigo haciendo el esfuerzo de tener fe. Me cuesta, pero lo intento. Tengo casos de amigos que han perdido a gente muy cercana y se han refugiado en eso y han salido adelante de una situación muy jodida.
¿En qué se refugia usted cuando pierde a gente cercana? Mi última gran pena fue la pérdida de Paco de Lucía [fallecido el 25 de febrero de 2014]. Me tiré en mi estudio de grabación tres días. No tenía consuelo.
¿Qué hacía allí? Pues lo mismo tocaba, que lloraba, que ponía vídeos de él… Tengo allí una guitarra que él me regaló hace mucho tiempo. La cogí para tocar y descubrí que dentro, donde está el sello, había una dedicatoria que me había puesto él, pero yo no había visto. Podía: “A mi niño Alejandro. Paco”.
Emocionante. Sí. Y pasó otra cosa. Un día estábamos algunos en el estudio hablando de él. Tenía la guitarra puesta en un pedestal. Y, de repente, hace la guitarra ¡plas!, y se rompe una cuerda. Increíble. Es que una cuerda de una guitarra sólo se rompe si estás tocando o afinando. Yo nunca había visto que una se rompiese así [se toca el brazo en un gesto que dice que tiene los vellos de punta]. Se lo conté a su sobrino, Antonio, que tocaba con él. Y me dijo: “Eso es mi tío, que quiere darte una sorpresa”.
La última vez que le entrevisté, hace unos dos años, hablamos mucho de la prima de riesgo, pero quizá ahora deberíamos hablar del Ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis. Varoufakis. Me encanta el nombre. Es que Grecia se ha convertido en el país más importante. El hecho de que ahora nos interese la política griega me parece fascinante. Es la globalización del uso y abuso de la política.
Usted cree que podemos estar esperanzados con lo que pase allí. Pues mire, estos días han dado la noticia de que han hecho una negociación que podía haber firmado aquí el PP. La verdad es que no tengo mucha fe en la política. De momento…
En una canción de su nuevo disco, Sirope, que se llama No madura el coco, dice: “En el Caribe hay miedo y nieve”. Sí, hablo de Cuba y Venezuela, básicamente. Y lo hago con conocimiento de causa. Hay quien cree que Venezuela es un paraíso de la democracia y la libertad. Yo le invito a que la conozca. Y no es una cuestión política. Porque hay otros países de los que llaman la nueva izquierda latinoamericana que se pueden visitar perfectamente. Como Ecuador. Cuando la gente decía que Correa era igual que Chávez, yo siempre fui de la opinión de que no tienen absolutamente nada que ver. Soy un tipo que cree en las políticas sociales. Creo que son necesarias. Y en la igualdad de oportunidades, que es vital para que el mundo sea más justo y no se convierta en algo condenado al fracaso. Pero ya se ha demostrado que este sistema socialmente y económicamente está condenado al fracaso.
Habla del capitalismo... Del neocapitalismo. En el que estamos viviendo, que es un capitalismo brutal y sin ningún tipo de política social. Todo es de unos cuantos que lo único que quieren es crecer y crecer a costa de la base. Y esta pirámide es muy difícil de mantener. Hay un documental que se llama Los cuatro jinetes del apocalipsis. Ahí lo explican perfectamente. Un montón de especialistas dicen que este sistema está condenado al fracaso.
¿Usted cree en el sistema capitalista? Pero más igualitario y social. La igualdad de oportunidades y el reparto de la riqueza son fundamentales. Y también premiar la excelencia y el trabajo.
Mire: yo le veo a usted de ministro de Cultura de Pedro Sánchez. ¿Yo, ministro de Cultura? ¡Qué pereza! Yo es que tengo que trabajar, lo siento. Aunque hacerlo peor que Wert es imposible. Es que me lo pone muy fácil. Probablemente es el peor ministro de Cultura que hemos tenido en este país. Y que probablemente tengamos nunca. Los niveles de rechazo a este hombre… Es que ha conseguido que la cultura se convierta en el enemigo público número uno de la sociedad. Es el retorcimiento más absoluto.
Cuál es su teoría: ¿persecución a los artistas porque suelen votar progresista? El tema de la propiedad intelectual nunca ha interesado a un sector de la industria muy grande que tiene mucho poder. Cuando pasó todo lo de la SGAE y la propiedad intelectual… apareció la Asociación de Internautas. Pero ahora, ¿usted ha oído hablar últimamente de ellos?
No mucho. Es que es curioso que sólo salgan para eso y que arremetan, y que denuncien… Con un gran poderío. Todo el mundo hablaba de la Asociación de Internautas. Y son 600 amigos. Sabemos que existen los lobbys.
¿A qué grupo de presión se refiere? ¿A quién le interesa que no se paguen a los autores y que no haya una ley que proteja la propiedad intelectual?
Dígamelo usted. No, yo no se lo voy a decir.
¿A los políticos? Hombre, a algunos políticos desde luego. ¿Cuándo se ha visto que un partido político presente una ley [se refiere a la conocida como Ley Sinde, de 2011] y el propio partido la rechace en un consejo de ministros? [La rechazan] Dos ministros, uno de Industria y el otro de Fomento. ¿Dónde están esos señores ahora? ¿Con quién se relacionan? ¿En qué parte de la industria están? Está claro. Y la campaña que se hizo contra los artistas y contra los autores... Fue impresionante. ¿Cuándo una sociedad ha denostado tanto a la cultura de su país? Jamás he visto eso. En ningún país del mundo. Lo que pasó aquí con la cultura yo no lo había visto jamás.
¿Usted a quién va a votar en las elecciones generales? Votaré.
¿A quién? Eso no se lo voy a decir.
¿Pero lo tiene decidido? No lo tengo decidido. Siempre he creído mucho en las personas y ahora mismo… No lo sé todavía. Yo creo que habrá sorpresas en los partidos de aquí a las generales. Veremos a ver…
¿Usted ha cambiado de partido, o ha sido fiel? A veces he cambiado. Pero por regla general siempre tiro a un lado.
¿A la izquierda? Sí, siempre he sido un poco más de izquierdas. Ahora mismo hay un panorama político muy interesante, enorme. Nunca se ha hablado tanto de política y nunca se ha hecho tan profesional. Los dos partidos mayoritarios se han tenido que poner las pilas, porque llegó un momento en el que estaban muy acomodados. Y ahora entran otros que saben mucho, están muy preparados, sobre todo en la dialéctica. Luego habrá que ver si son capaces de gobernar. Pero la parte de la dialéctica y de hacer oposición lo hacen de maravilla.
¿Va a votar a estos nuevos partidos? Me quiero reservar mi opinión. Me leeré todos los programas políticos y decidiré.
Hablemos de nuevo disco, Sirope. ¿En qué etapa lo encuadra? Bueno, como todos mis trabajos, es mi propia revolución. Siempre quiero hacer algo que me sorprenda. Compuse 40 canciones para luego elegir 12. He hecho un ejercicio casi de preciosismo pictórico. He cuidado mucho el detalle. Me pasé ocho meses casi 14 horas diarias solo, trabajando en el estudio. Diseñando las líneas de bajo, las baterías, las armonías…
Dedica una canción a su hijo, Dylan, de cuatro años, Capitán tapón, donde incluso él participa. Fue un día en el que estábamos en mi estudio en Miami. Él está diciendo: “Ahora como yo, papá, ahora como yo” [es lo que se escucha en la canción]. Es que el tipo está todo el día mandándome [risas]. Ya sabe, los niños son así. Te mandan, te ordenan, te quieren manejar… [risas]. Quería hacerle partícipe del disco porque no sé cómo va a reaccionar cuando tenga 14 años y lo escuche. Con 30 le encantará, pero no se yo con 14 [risas]. Entonces pensé: “La única manera de que no me odie es hacerle partícipe de la canción. Una vez que es cómplice no podrá quejarse” [risas].
Su hija mayor, Manuela, es una adolescente de 13 años. Cómo lo lleva. Yo le digo: “Cuando te vea en la edad del pavo, te aviso, ¿vale?, para que tomes medidas [risas]”. Pero es muy buena. Saca buenas notas… Y es muy sensible. El otro día estuvo en mi casa Mariza, la cantante de fados. Empezó a cantar y mi niña, con 13 años, se puso a llorar. Y no tiene idea de portugués.
Su mujer, Raquel, colgó el otro día una foto en Twitter. Creo que era el día de su cumpleaños. Estaban soplando las velas de una tarta. Una imagen muy hogareña. ¿Qué labores de la casa hace Alejandro Sanz? No, yo labores… ¿Le parece poco? Yo limpio el portal [risas]. No, no… Me encanta estar con los niños. Jugar con ellos. Me dan mucha vida. Todo lo que tenga que ver con los críos me gusta. Y cocino mucho, para todos.
¿Cuál es su especialidad? Hago de todo. Arroces, pasta, pescado, carne… Cocino una cataplana portuguesa, que es como un guiso marinero. Les quito las espinas, las cascaras y todo. Y les encanta a los niños.
Dentro de poco comenzará la gira de presentación del disco. ¿Le ha pasado alguna vez lo que le ocurrió a Joaquín Sabina con el miedo escénico? Siempre hay un poco de miedo escénico. Pero un pasito más allá te espera la luz. Es como con las depresiones. Hay gente más propensa que otra. Todos tenemos algún momento en el que la depresión nos habla a la oreja. Ahí es cuando depende del empuje con el que tú recibas las cosas.
¿Usted ha tendido alguna depresión? No. Es que me niego a la depresión. He tenido etapas más tristes, pero siempre salgo rápido. No puedo permitirme una depresión. Hay mucho de la fuerza de voluntad de uno. Por poner un ejemplo. La gente se tiene que levantar todos los días a las 7 de la mañana para ir al trabajo. Y así es todo el año. Claro que hay mucho de esfuerzo. Si esa persona es capaz de levantarse, cómo vamos a ser nosotros tan moñas de decir: “Ahora me meto en una depresión y que salga el sol por Antequera”. Pues no.
¿Sabe cuál es su disco más valorado económicamente? No. ¿El alma al aire?
No. El primero que grabó, como Alejandro Magno, Los chulos son pa' cuidarlos (1989). En Ebay lo venden a 1.000 euros. Bueno, no sé…
¿Por qué reniega de ese disco? No, yo no reniego. Hay gente incluso que se molesta cuando digo algo de ese álbum. No reniego. Lo que pasa es que no me veo reflejado en él. Y hay gente que considera ese disco importante en su vida. Yo he visto fans realmente ofendidos conmigo porque no lo defiendo. Les pido disculpas. Pero es que no me veo reflejando en él.
Las canciones están colgadas en YouTube y si lee los comentarios igual se sorprende: “Temazo”, “pues tampoco está tan mal”… Es que yo hace años que no lo escucho. Déjeme que algún día, cuando tenga 70 años, me ponga el disco y diga: “Ah, pues no está mal”.
¿Y el título: Los chulos son pa' cuidarlos? Imagínese. No sabía ni lo que significaba el título. Tenía 17 o 18 años. Me cogió gente de la industria y decidió ese título. Pero es que escogieron a la persona equivocada: habrá gente que defienda ese título con orgullo, pero yo… [risas].
Como madridista, qué opina sobre cómo dirige al equipo Ancelotti. Creo que lo está haciendo bien. Es que no debe ser fácil entrenar al Madrid. Es una institución que es casi un ministerio. Es muy complicado. Creo que le llaman El Pacificador. Igual es lo que necesita siempre el Madrid, un técnico moderado, dialogante, flexible. Pues sí, porque con el Despacificador [se refiere a Mourinho], no funcionó nada.
Cómo ve a Luis Enrique. Prefiero no hablar del rival [risas].
¿Y a Simeone? Simeone es un pedazo de entrenador. Un crack. Uno de los mejores del mundo. Sobre todo para el Atleti. Está en el equipo perfecto para él. Y el equipo no puede soñar con otro. Normalmente a un entrenador cuando le quitan a jugadores clave se resiente. Se fue Falcao, Diego Costa, Filipe Luis, Courtois… Y Simeone vuelve a rehacer el equipo. Es que es admirable lo que hace. Además, como madridista me da envidia el ambiente del Calderón. De hecho yo voy más al Calderón que al Bernabéu. Primero, el palco es mucho más divertido. Es más coloquial. En el del Bernabéu me siento como un cerdo en la ópera. Tanta corbata, tanta gente haciendo negocios… Y eso que me tratan de maravilla. Pero me siento un poco fuera de lugar, como que no te puedes salir del guion. En el Calderón estoy mejor. Y lo mismo que ocurre en el palco se contagia a la gente. Es como un teatro. En el Bernabéu aplauden o silban al equipo. Sin embargo, en el Calderón la gente está botando, desde el primero al último. Y a mi eso me gusta.
Este es el link de la entrevista: http://elpais.com/elpais/2015/05/18/icon/1431959666_877370.html
1 comentario:
Ël ministro de cultura no... a lo mejor "Super-Raki" que ahora es también "Super-profe", de ahí a ministra de cultura.... todo es ponerse
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