lunes, 22 de abril de 2013
Gira La música no se toca - El espectáculo visual se llevó los aplausos en Quito
El concierto de Sanz contó con tecnología de primera. La puesta en escena en el concierto de Alejandro Sanz fue un éxito. El manejo de las luces y las formas tridimensionales maravillaron a los espectadores que asistieron el sábado al coliseo Rumiñahui para escuchar las nuevas canciones del compositor español. El innovador diseño estuvo acompañado de una macro pantalla LED, ubicada en el fondo del escenario, que permitió ver claramente las expresiones faciales de Sanz mientras cantaba. Además se ubicaron otras dos pantallas en los costados que no tenían la misma nitidez, pero servían como un apoyo visual. Eso fue lo más destacado del concierto porque, en la cuestión musical, el español quedó debiendo. Sanz vino a Ecuador a promocionar su nuevo albúm "La música no se toca" y por eso se centró en sus más recientes canciones. Sin embargo, el público esperaba un repertorio con mayor presencia de sus tradicionales éxitos. Los mejores momentos se dieron cuando cantó "Quisiera ser", "Mi soledad y yo" y "Corazon Partío". Otras canciones antiguas como "El alma al aire", "Enséñame tus manos" y las dos últimas del sábado "Amiga mía" y "¿Y si fuera ella?" también fueron coreadas por todos los presentes, pero el español no las cantó de principio a fin, solo la primera estrofa y el coro. El concierto duró cerca de dos horas. Empezó a las 21:00 y finalizó a las 22:55. Antes de eso, el ecuatoriano Gustavo Herrera abrió el espectáculo a las 20:30 con tres canciones. El coliseo se llenó, salvo unos pocos espacios en preferencia y en butaca. Por eso, una hora antes, los revendedores tuvieron que bajar los precios de esas localidades. La preferencia de $90 se vendía a $60 y la butaca de $100 pasó a $70. La organización y la seguridad fueron adecuadas. La entrada fue ordenada. En las puertas de acceso se revisó a cada persona para evitar el ingreso de alcohol u objetos cortopunzantes. Dentro del escenario quedó prohibido fumar y tomar bebidas alcohólicas. Varios encargados de la seguridad controlaron que se respete esa norma. De todas formas hubo pocos vendedores, en la general, que se arriesgaron a comercializar alcohol a precios elevados. La media de Zhumir se expendió a $18. Sanz empezó su presentación con tres canciones de su nuevo albúm: "Llamando a la mujer acción", "Cómo decir sin andar diciendo" y la más conocida, "Se vende". El interprete español agradeció varias veces el apoyo a sus fans y los puso a gritar cada vez que nombrada a la capital “¡vamos Quito!”, “¡canta Quito!”. Sanz dedicó el concierto a alguien en especial: su madre María Pizarro, quien falleció hace un año. El cantante recordó la anécdota que tuvo con ella cuando le dijo que quería ser cantante, ella respondió: “Estás loco, eso es utopía”. Sin embargo, Sanz logró cumplir su sueño y ahora es uno de los artistas más famosos a nivel mundial. El sonido fue otro de los aspectos positivos que tuvo el concierto (100 mil vatios). La voz de Sanz y el estallido de los instrumentos animaron a los presentes. Entre los gritos de “otra, otra”, Sanz se despidió de sus fans en Ecuador tras dos presentaciones, una en Guayquil y la otra en Quito, como parte de su gira “La música no se toca”.
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