jueves, 27 de junio de 2013
Gira La música no se toca - Madrid sigue rindiéndose a Alejandro Sanz
Alejandro Sanz ha vuelto a Madrid y lo ha hecho a lo grande. Las más de 14.000
personas que anoche llenaron el Palacio de Deportes de Madrid lo confirmaron. El
cantante apareció muy puntual en la cita con la ciudad donde se crió y a la que
hacía más de tres años que no volvía. El recinto se iluminó informando de que el concierto estaba a punto de
comenzar cuando aún cientos de personas tomaban posiciones para disfrutar del
espectáculo, ocupando todo el espacio. El lleno se esperaba; los anuncios de
agotado al intentar comprar entradas aparecieron días antes del evento. Un
vídeo de Greenpeace con Sanz como protagonista y con el mensaje de "salvar el
Ártico" rompía el hielo. Juegos con las luces, imágenes... y apareció Sanz, a sus 44 años, delante de
un público que también ha crecido. Nuevas adolescentes y adolescentes que lo
fueron hace tiempo ocupaban la mayor parte del espacio. "La suerte no existe,
somos tú y yo, Madrid". Con las primeras palabras, Sanz ya tenía al público casi
ganado, y eso que hasta el momento solo habían sonado "Llamando a la mujer
acción" y "Como decir sin andar diciendo". "Buenas noches, Madrid. Muchas gracias, ¡qué alegría! Qué va a pasar esta
noche aquí. Esta noche es nuestra, Madrid. Disfrútalo". El cantante
madrileño con acento de medio mundo entraba así de lleno en el concierto y los
primeros gritos que coreaban su nombre sonaban desde las gradas. Tras tocar "Se vende" y "Desde cuando" Sanz dio paso al primer regreso al
pasado de la noche de la mano de su banda de 10 músicos, también venida de medio
mundo. Cuatro éxitos llenaron los siguientes a diferentes ritmos: "Nuestro amor
será leyenda", "El alma al aire", "Labana" y "Quisiera ser" asentaban un
concierto en el que la entrega del público suavizó algún fallo en el sonido. "Nuestro amor será leyenda" fue la primera letra cantada entre el público y
Sanz, quien en todos sus conciertos entrega el micrófono al público para que
cante sus letras. Con "Quisiera ser" las gradas se levantaron para acompañar a
la pista, llena hasta la valla que protegía la zona de las cámaras. Las luces al
ritmo de la música, tres plasmas, más vídeos e imágenes iluminaban el recinto,
plagado de manos en alto que como las luces, seguían a Sanz. Con una voz cada
vez más áspera y curtida, muy distinta a la de sus comienzos, avanzaba en la
noche del reencuentro con "Camino de rosas", otro tema del último disco, antes
de volver a temas de ayer, más reconocidos por los fieles de Sanz que han
crecido con él. "Enséñame tus manos", "Para que me quieras", "Hay un universo de pequeñas
cosas" y "Me iré" dieron un tono más íntimo al concierto. "Hace veintitantos
años le dije a mi madre que me quería dedicar a esto de la música. Me dijo:
estás loco, eso es una utopía. Estuve años buscando un significado a eso,
porque no es fácil contestar a una madre. La utopía sirve para caminar",
decía Sanz antes de bajar la voz con esas canciones. El cantante, el público, los efectos visuales y los instrumentos. Muchos,
como siempre. Y esta vez tocados por más mujeres que en otras ocasiones. El
primer solo fue al piano, antes de "Cuando nadie me ve", una más de aquellas de
hace unos años, trece en concreto. Luego vino la guitarra eléctrica. Y la banda
demostró estar más que a la altura. También hubo hueco para la broma. "Os voy a cantar una canción que compuse
hace dos semanas y que estreno aquí porque se lo merecen", decía Sanz antes de
volver a 1995 con "Mi soledad y yo", el tema más antiguo de
la noche y uno de los preferidos del público con el que el cantante forzó su voz
al máximo. Descanso para la estrella y turno para la banda,
que se presentó durante unos minutos a ritmo del "Every little thing she does is
magic" de The Beatles y con la voz del dominicano Chris Hierro. Valencia, Gran
Canaria, Barcelona, Puerto Rico, Miami, Nueva York los músicos que acompañan al
madrileño en este tour también se ganaron la aprobación del público. Y Sanz volvió al escenario tras dejar todo el protagonismo a la banda de
música. Fuera del guión que sigue en esta gira -y que no incluyó ninguna
sorpresa extra o aparición estelar como en otras ocasiones hizo en Madrid- el de
Ciudad Lineal no dudó en ponerse al cuello una bandera de la Comunidad de Madrid
que apareció sobre el escenario, en un guiño más al público. "Yo te traigo 20
años" sonó en el Palacio de Deportes. "Les voy a mirar un poquito", dijo Sanz guitarra en mano y con un cañón que
solo iluminaba a él. "Esta es su noche, hagan lo que les dé la gana. Va por
ti, Madrid". Así llegó "Corazón partío", el tema más conocido de Alejandro
y el que consolidó su carrera, que cantó acompañado de José Carlos Gómez.
Junto con "No es lo mismo" llegó el momento de mayor fuerza de la noche, que
quizá tardó más que en otras ocasiones. "No me compares", la canción nueva entre
las viejas de este plazo de euforia, también estuvo a la altura. "El concierto va
llegando a su fin", advertía Sanz hora y media después del comienzo. Un sonoro
"¡no!" y un "tú hoy no te vas" coreado al unísono por las miles de personas. Con
"Looking for Paradise", dedicada a Madrid y a Moratalaz (barrio en el que se
crió) se acercaba el final. "La música no se toca" sirvió a Sanz para sincerarse por última vez sobre "lo
que significa tocar en Madrid" y para cerrar el reencuentro. Tras los gritos que
pedían una canción más, Sanz reapareció y cantó "Mi marciana", "para un amor de
otro mundo", y cerró la noche con las clásicas "Amiga mia" e "Y si fuera
ella", una garantía para acabar en lo más alto. Pasadas las 00:00 horas,
Sanz se despedía tras dos horas de espectáculo en casa. En esta ocasión faltaron
temas que siempre estuvieron, como "Viviendo deprisa", o un Alejandro Sanz más
íntimo, con la guitarra en el centro de la pista, sobre la mítica pasarela que
se metía entre el público y que esta vez no ha estado. Pero los cambios y el
tiempo parecen no afectar al éxito de Sanz, que sigue haciendo lleno absoluto.
Hoy repite en Madrid y las entradas también escasean.
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