Detrás de la imagen pública de Alejandro Sanz, de su prestigio artístico y su colosal celebridad, se esconde un chaval de Moratalaz (Madrid) con sangre gaditana que amó la guitarra más que los libros. Se esconde también un padre de familia preocupado por conciliar y criar a sus cuatro hijos sanos y fuertes. Y se esconde un músico que, consciente de que el público paga por su música, intenta darlo todo en el escenario y emocionar en cada actuación. El reverenciado artista compositor asalta el viernes el Palau Sant Jordi, en lo que será el estreno de la segunda etapa española de la gira 'Sirope Vivo' con la que en las últimas semanas ha recorrido toda Latinoamérica.
¿Se va a santiguar siete veces antes del concierto?
Por supuesto. Lo hago siempre. No es un tema de superstición. Es un método científico y está comprobado que funciona.
Tiene 47 años. ¿Con qué ilusión se sigue echando a la carretera?
Es que es lo que me gusta hacer. La otra opción era haber estudiado cuando tenía 14 años. Ahora en serio, esta es mi vida: subirme al escenario y comunicarme con la gente. Esta gira va a cumplir un año, pero en Barcelona voy a cantar con la misma ilusión que cuando la empecé. O más. Y con menos nervios, claro.
Tiene cuatro hijos. ¿Qué tal lleva lo de la conciliación?
Cuando tengo oportunidad viajan conmigo. Y si no, hago yo los viajes y vuelvo a casa. Procuro no pasar mucho tiempo sin verlos. Como mucho, dos semanas. Dos de mis hijos no viven conmigo y también me tengo que coordinar para pasar tiempo con ellos. Todos tenemos que poner de nuestra parte. Y nosotros lo hemos hecho bien.
Empezó en clubs de alterne. Y ya lleva 30 años de carrera, con 23 millones de discos vendidos. De los premios Grammy he perdido la cuenta.
Son 20. Las cifras han dejado de ser importantes para mí. Siempre hay otro artista con mejores datos. Los únicos números que me importan ahora son los centímetros que ganan mis hijos. Y si han comido bien. Cuando subo al escenario, sé que la emoción no se puede medir en números. Solo quiero sentir que el público se lo ha pasado bien y que se ha emocionado.
Afirma que, amarrado a su guitarra, no sabe dar ni el 30% ni el 50%.
Es mi responsabilidad con el público. Miro a la gente y sé que cada uno ha pagado un dinero por verme. Siento un compromiso, y no solo por los euros desembolsados. Los espectadores sienten algo, esperan algo de mí. Cuando me noto que no estoy bien de la garganta, algo que a veces ocurre, sufro muchísimo. En esos caso puede que no esté al 100% de la voz, pero sí estoy al 100% con el corazón. A veces sacas emociones de donde no puedes sacar voz.
Muchas voces dicen que, a pesar de la caída de ventas, los músicos viven bien gracias a los conciertos. ¿Es un mito?
Se venden pocos discos, esa es la verdad. Somos muy poquitos los que lo hacemos. El año pasado, se confirmó una subida del 12%, pero era porque Pablo Alborán y yo habíamos sacado nuevos trabajos. El año en que no publicamos, la cifra vuelve a caer. Y nosotros vendemos mucho menos de lo que vendíamos. Eso es así y no va a cambiar, no va a mejorar. El problema es que de los conciertos ahora hay gente que quiere sacar una tajada más grande. Y es complicado.
Usted hizo historia con 'Corazón partío', un tema que iba para Camela, ¿no?
No es que lo compusiera para ellos, pero pensé que, efectivamente, sería una rumbita ideal para Camela. Lo pensé solo un momento, porque, afortunadamente, en el fondo sabía que me la iba a quedar.
A raíz de ese éxito tan descomunal, ¿tiene obsesión por crear otro 'hit' así?
Cuando compongo nunca pienso en eso. Si haces las cosas con ansiedad, es difícil que las consigas. 'Corazón partío' no la concebí como un 'hit'.
De hecho, era arriesgado por entonces lanzarse al flamenco.
Mi primer disco ahora se puede ver como algo muy comercial. Pero cuando empecé a cantar 'Se apagó la luz', en España no había un solista que lo hiciera. Todo eran grupos que hablaban de otros temas y los míos eran raros en ese sentido. Cuando pienso en una canción me tiene que tocar la fibra. Muchas veces me dicen: '¿Me puedes hacer una canción como 'Corazón partío', un tema que venda?'. Y yo siempre les respondo que no sé cómo se hace eso.
¿La música es la única forma que tiene de expresarse?
No, lo hago también a través de la escritura y la pintura. Y, por supuesto, la palabra. Pero, efectivamente, la música es la forma más cercana a la perfección que conozco para comunicarme.
¿Nos da alguna pista sobre el concierto del Palau Sant Jordi?
Será muy distinto al del verano pasado. Hemos cambiado la forma de llegar y de irnos. Todo empezará en el camerino.
Cuando era un chaval, su madre quería descansar un poco de usted y lo llevó a una escuela de kárate. Estaba cerrada y no le pudo apuntar. De haber estado abierta, ¿nos hubiéramos perdido a un compositor mayúsculo?
No lo sé. Pero, desde luego, lo que hemos perdido ha sido un gran karateka.
Este es el link: http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/alejandro-sanz-inagura-gira-viernes-barcelona-5253019
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