En
septiembre de 1996, Alejandro Sanz hace correr ríos de tinta cuando se muestra molesto con el torero Jesulín de Ubrique porque piensa que es injusto que un torero se pase de la noche a la mañana al mundo de la canción. El diestro que en ese momento triunfa en el escenario tanto como en el ruedo, quiere empezar una gira y Alejandro no duda en expresar públicamente su malestar:
"Jesulín es un paleto. Tendría que ser más humilde porque es un recién llegado al mundo de la música y hay muchos profesionales intentando hacerse un hueco en este mundo desde hace mucho tiempo". Lo que pide Alejandro es respeto y le indigna el hecho de que este chico, sólo por ser popular, llegue y bese el santo. El torero prefiere mantenerse al margen y no entra a responder al cantante: "
Eso es algo que al menos habla en su favor. De vez en cuando nos viene bien que alguien nos diga que todos somos personas". Días más tarde, Alejandro matiza sus palabras: "
Yo nunca dije que me pareciera mal que cantara; él puede hacer lo que le dé la gana. Igual que si a mí me da el día de mañana por torear lagartijas. Lo que creo que debe hacer es respetar a la gente que trabaja en el mundo de la música".
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