-¿Cómo es que apareció Mendoza en este tramo de la gira?
-Quería ir. Uno de mis mejores amigos es de allá, de Mendoza –dice desde Miami-. Se llama Polo Martínez (empresario y trompetista). Voy a ver si lo convenzo de que me lleve a pasear por todos lados, por la ciudad. Recuerdo que la última vez que llegué a Mendoza lo hice cruzando la cordillera en carro, fue un viaje que fue una odisea, prácticamente. Pero disfruté mucho del concierto allí, con un público joven, muy entregado. Voy con muchas ganas…
-¿Cómo es ser famoso desde tan chico, llega un momento en el que te acostumbrás al éxito?
-Empecé a ser conocido a los 20 o 21 años. Y vaya si recuerdo la etapa anterior... Pero bueno, uno que vive todo el día con uno mismo (ríe), y se ve todo el día en el espejo, no nota los cambios. Y sí, al final te vas acostumbrando. El hombre es un animal de costumbre y nos adaptamos a casi cualquier circunstancia… ¡Si no mira a los esquimales!
-¿Y cuál es la mayor diferencia entre ser un ídolo adolescente y el músico que sos hoy, mucho más respetado?
-No es fácil. Desde que empecé mi carrera siempre quise ser algo interesante musicalmente. Obvio que a los 20 años tienes algunas inquietudes y después vas teniendo otras. Pero bueno, yo vengo del flamenco que ya de por sí te da un nivel o una cultura musical que te marca. Es siempre más satisfactorio poder pensar que cuando mis hijos crezcan van a poder escuchar mis discos y apreciar la música que estoy haciendo hoy que quedarse en un cantante para adolescentes...
-¿Y hubo un click en tu carrera que te hizo cambiar de rumbo?
-Hubo un salto enorme entre el primero y el segundo disco. El primero era un disco de canciones adolescentes, aunque ya apuntaba una manera: la forma de escribir las canciones, a pesar de que eran muy básicas, ya tenían lo suyo. El segundo fue un disco mucho más complejo. Recuerdo que entonces Paco de Lucía dijo: “me siento más cercano a Alejandro Sanz que a cualquier otro músico”, porque el salto de calidad fue muy grande. Fui de un concepto a otro.
-Escuché que decías que la música es la verdadera máquina del tiempo. También que grababas todavía tus composiciones en cassette. ¿Sos un nostálgico del rock?
-No, soy un cómodo (ríe con ganas). Un cómodo del rock. Necesito sentir que donde grabo las cosas es algo que puedo tocar. Eso de ver que el disco duro está dentro de la maquinita y que no lo puedo sacar me da la sensación de … ¡claustrofobia! Necesito siempre esta cosa del cassette, me gusta.
-¿Qué discos de otros artistas tenés ahora a mano?
-Ahora mismo estoy muy metido en la música africana. Hice un viaje recientemente a Zimbabwe con Médicos sin Fronteras para ver todos los proyectos de Sida Pediátrico que están haciendo allá. Y me empapé con esos sonidos africanos. Me parece fascinante. Ahora estoy jugando con esa música, incorporándola. Pero yo soy muy clásico, sigo escuchando mis discos de toda la vida: Paco de Lucía, Leonard Cohen, entre otros.
-¿Y lo nuevo?
-Escucho muchos demos de gente joven porque tengo un sello discográfico de flamenco. Y cada tanto compañeros me enseñan lo que hacen. Quiero preservar el legado del flamenco, pero a través de artistas nóveles…
-Vas a ser papá dentro de poco, venís de Africa, sos un tipo que se interesa por los grandes problemas de la actualidad. ¿Cuál es el mayor miedo de traer un chico a este mundo?
-El mayor miedo es que me saque de lo alto de las listas de ventas (ríe). Nooo, imagínate… Miedo lo que se dice miedo es a este mundo convulso, pero lleva convulso desde la Revolución Industrial, y desde antes también. Somos una especie convulsa, nos aburre la rutina… Me da miedo que mis hijos no puedan llegar a disfrutar de un mundo tranquilo, de un planeta habitable. Pero por otro lado, ¡me da tanta felicidad traer otro niño al mundo! A mí me encanta tener hijos. Y creo que son el futuro. Y ojalá que el niño que traiga sea el que salve al mundo.
-¿Te sentís un provocador cuando, por ejemplo, tomás partido por causas como la Ley Antipiratería?
-Yo hago lo que haría cualquier tipo medianamente comprometido con su entorno: hacer lo que cree que está bien; decir lo que piensa sobre los temas. Para mí sería más sencillo quedarme callado en mi casa, y vivir tranquilamente que es lo que hacen muchísimos artistas, y me parece muy bien. Pero también pienso que si yo no doy la cara en un tema tan sensible como este, y no protejo a mis compañeros que tienen menos oportunidades de alzar su voz o a los trabajadores de la industria discográfica que están perdiendo sus puestos de trabajo y que no pueden decir nada… quién lo va a hacer. Creo que es justicia devolverle un poco a los demás. Sé que esto no me va a repercutir a mí en nada, pero a muchos colegas sí.
-A la hora de componer, cuánto de lo biográfico hay en las canciones.
-Yo creo que utilizo todos los métodos y busco todas las salidas. A veces se compone por venganza, otras veces sólo por hilar poesía, simplemente jugar con las palabras y hacer algo estéticamente bello, olvidarte del sentido e ir por lo sensible. Utilizo todas las técnicas. Es lo justo. Es pelear con todas las armas que tengas.
-¿Componer por venganza...? Qué es lo que más podés llegar a odiar de una mujer...
-Yo no podría odiar nada de las mujeres porque no tengo facilidad para odiar. Creo que las mujeres son bellas, perfectas, no tienen peso ni espalda ni edad. Entonces qué te puedo decir. Hay dos cosas que no perdono del ser humano en general: que sea injusto y que sea estúpido.
-Y que te molesta más de una mujer, ¿qué sea celosa o indiferente?
-A mí la indiferencia me provoca una curiosidad impresionante. No me gusta la facilidad suprema de las cosas.
Los diez minutos por reloj que nos ofreció su gente de prensa se agotan en un resoplo. Alejandro Sanz tendrá, entonces, sólo tiempo para describir dónde está, qué está haciendo, algo que debería haber sido la primera pregunta de esta entrevista pero por esas cosas del destino y la torpeza del cronista, quedó relegado para el final: “Estoy en mi casa dando vueltas al patio, hay palmeras, hay una fuente, es de noche, hace calor, humedad, no hay nadie alrededor... Parece que éste fuera el mundo que yo querría dejarle a mi hijo”.
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