En septiembre de 1996, Alejandro saca tiempo en su apretada agenda y se desplaza a Albacete para visitar a Lorena, una fan de diez años que padece una pentaplejia que la tiene inmovilizada tras sufrir un accidente de tráfico. A pesar de su inmovilidad, Lorena conoce todas las canciones de Alejandro y tiene las paredes de su habitación de la unidad de cuidados intensivos de la clínica forradas con posters del cantante. Alejandro y Lorena están un buen rato juntos y le dedica una foto y le regala una gorra.
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