Tiene sus supersiciones Alejandro Sánchez Pizarro. Quizá culpa de su madre, quien lee las cartas y las palmas de la mano. Ya le predijo ella que sería “exitosísimo” y que vivirá “exceso de años”.
¿Te imaginás longevo?
No le quiero creer mucho a mi madre. Morirse es un evento muy importante y merece música. Antes de morir, justo, uno debería poder decir ‘Me quiero morir aquí y así’, y listo.
¿Y cuál sería tu modo?
No sé si voy a poder elegir, pero hay un sitio en Andalucía que me encanta, en la carretera a Alcalá de los Gazules. Tiene pradito y un alcornoque. Buen lugar para morirse...
¿Tenés conciencia permanente de la muerte?
No, solo porque tú la nombras. Pienso en la muerte con humor. Me gustaría planear bien como va a ser, no quiero un funeral aburrido, quiero uno con flamenco. A mi me gustaría entregar las barajas juntas. Es decir, quedarme con todos mis recuerdos hasta el último día. Tengo miedo a olvidarlos.
¿Que tu primer nombre artístico fuera Alejandro Magno habla de tu profunda ambición?
No, fue por flojería. Era un chiste musicalmente gracioso.
Pero, ¿vos no soñás con tu imperio musical?
No, ¿Para qué tener que barrerlo todos los días? Me gusta llegar a cuantos más sitios mejor en la música, pero no quiero imperio.
Concha Buika se quejaba de que el mundo del canto y el de las letras perdieron unión. “Poetas y cantantes librando batallas detrás del Grammy”. ¿Coincidís?
La admiro y es muy buena amiga, pero no comparto. No creo que nadie haga un disco pensando en un Grammy.
¿Tampoco compartís el pesimismo de Chavela Vargas, a los 91 años? “Ya no hay compositores”. ¿Hay que alarmarse tanto?
Eso es verdad. Ya no hay compositores. Son muy difíciles de encontrar. Hay más cantautores que compositores para otros. Antes había un gremio importante de gente que se dedicada a componer para otros, como obreros de la música. Mi padrino, Manuel Alejandro, era uno, componía por encargo. El gremio desapareció.
¿Sos un obsesivo de las letras? ¿Sufrís ese síndrome del poeta de querer buscar belleza en cada palabra de manera enfermiza o te conformás con lo que sale?
Yo hago lo que puedo con las palabras. Pero sí, puedo llegar a obsesionarme. No es bueno. A veces te quedas colgado de las palabras como si fuera la cosa más importante y no tiene luego ninguna importancia para la emoción. A veces uno escribe por adornar y por buscar algo bello, busca un sinsentido. Las canciones son como cuadros: tienes que aprender a dejarlos. Si te retuerces demasiado terminas revolcado en el barro.
¿El tiempo te hizo mejor letrista?
No. Para estar en un escenario el tiempo sí fue mi aliado. Pero para la creatividad no creo. La creatividad va y viene y el tiempo, a veces, puede ser un lastre.
¿Hubieras sido el mejor en cualquier ámbito?
Tengo una tendencia a hacer lo mejor posible. Es una condición con la que uno nace. No me conformo con cualquier cosa.
Venís de Africa en una misión solidaria. ¿Te preocupa que a un artista de tu calibre se le desconfíe de esos actos bondadosos, que hablen de demagogia?
Si es demagogia, que lo hagan ellos. Esa es su excusa para no hacer. No me debo a esos sino a los que de verdad me necesitan. Fui convocado por Médicos sin fronteras. No llevé cámaras, comí lo que comían ellos. No queremos dinero, queremos tu corazón, dijeron.
Hace días Sabina dijo a “Clarín” que se sentía un traidor consigo por sus cambios de hábitos más sanos. ¿Cambiaste en algo tus convicciones al punto de sentirte así?
No estoy de acuerdo. Ningún traidor, al revés. Tiene que cuidarse. De todas formas se cuida, pero tampoco se ha vuelto una seta. Tiene que volver a la infancia, a fumar en el baño (se ríe). Y respecto a mí, no me siento traidor de mí.
¿Creés aún en en esa profecía de Serrat de que puede morirse tranquilo porque tiene en vos una suerte de sucesor?
Primero: ¡No quiero que se muera nunca, que Serrat siempre nos va a hacer falta!. Y yo no creo ser sucesor, nadie podrá sustituirlo. Nos conecta el que él sepa que yo nunca voy a dejar de usar las mejores palabras en los peores sucesos. Creer que las mejores canciones todavía no las escribí.
¿Después de que te permitió cantar en Venezuela se acabó el cruce con Chávez?
Es que lo nuestro a esta altura es irreconciliable...
Dijiste, tras el divorcio, muertes familiares, denuncias, que tu vida era un huracán Katrina. ¿Qué fenómeno meteorológico vivís hoy?
Mi vida hoy es como una tormenta de arena. Como un peeling . Pasa con todo, pero luego te deja la piel suavecita...
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