En el vigésimo año de relación, Alejandro Sanz renovó los votos con el público argentino. Dejó de lado los rutinarios estadios, para tener una cita íntima y romántica en el Luna Park. Miles de mujeres se dividieron en cuatro funciones (agotadas, por cierto) para celebrar con él la continuidad del idilio. Algunas todavía deben esperar: mañana y el domingo son las últimas. La primera cita comenzó puntual, a las 21.30. Las luces se atenuaron hasta la oscuridad y, mientras el cantante se hacía desear, se prendieron las cuatro pantallas gigantes a los costados del escenario para que el público femenino (amplia mayoría entre las 6000 personas que asistieron a la velada) ablandara su corazón con testimonios de la gente alrededor del mundo expresando qué es el paraíso para ellos. Recién después de cinco minuto del video que contaba, por supuesto, con el tema "Looking for paradise" como cortina, apareció el "novio" de la noche. Con un look informal, porque ya no tiene que impresionarlas con su vestuario, y una de sus tres guitarras colgadas, el cantante comenzó a cantar "Mi Peter Punk", del último disco, mientras las placas de LED que rodeaban al cantante irradiaban imágenes en colores, que se veían reflejadas en todas las cámaras y celulares que apuntaban hacia él. Pero Sanz no quiso subestimar la historia que lo une con sus seguidores, por lo que las primeras cinco canciones fueron de sólo dos de sus ochos discos: el primero ( Viviendo deprisa, de 1991) y el último, Paraíso Express, el que inspiró el nombre de esta gira. Recién después de la segunda canción, comenzó el momento de seducir con la palabra. "Buenos noches. Qué calorcito, ¿no?", dijo mientras el público apenas escuchaba porque se derretía, no a causa de los 25 grados que hacía afuera del teatro, sino porque nunca superaron la etapa de enamoramiento. "Volver a Buenos Aires... parece una canción, pero es realidad", continuó aquel que revela tener "porteño el corazón" en una canción que más tarde les regalaría a sus agasajados. Definitivamente algo lo une con esta ciudad, a la que se encargó de elogiar durante toda la noche, y que es destino del tour por segunda vez en un año. En marzo último, la cita fue en Ferro. Esta vez, luego de pasar por el Festival de Viña del Mar y por Mendoza, volvió ala ciudad pero prefirió el Luna Park. "Así les veo las carillas", argumentó, para seguir conquistando el corazón de las mujeres. Sabe que no necesita hacerlo, pues de todas maneras ellas gritarían en cada silencio que encuentren para declararle su amor a los gritos y le cantarían a él cada canción que él les dedica, según dijo, a ellas. Pero no puede evitar hacerlo. "Cuando salga de aquí, 'Nuestro amor... será leyenda'", les confesó, casi susurrando, para presentar esa canción y dar lugar a aquella donde se muestra susceptible y con un "Corazón partío", ese tema que sabe que las complace. La función continuó con un repaso de su discografía ("Cuando nadie me ve", "Lola Soledad", "Quisiera ser", "Mala"). De repente, mientras cantaba la canción dedicada a "quienes están haciendo el cambio, como Greenpeace y Médicos sin Fronteras", "No es lo mismo", ese tema se transformó en Back in Black, de AC/DC. Había llegado el momento de la presentación en familia, en este caso, de su banda. Sanz aprovechó el momento y, al igual que en su último recital en el país, creó una situación en las que las mujeres supieron cuál era su rol. Montó una escena de celos respecto del pianista, a quien el público femenino ovacionó, para luego caer en las redes de un hombre dolido. "Ya que Alfonso tuvo un éxito enorme, yo ya me voy", les reprochó el cantante para continuar con los juegos de seducción. "Te queremos, Ale, te queremos", gritaron ellas entre ovaciones y demás declaraciones desaforadas, para devolver la relación a su lugar de siempre: devoción.Después de cantar "Looking for Paradise" con una de sus coristas, Sanz parecía estar a punto de cumplir con la amenaza que emitió desde el comienzo del show ("El concierto ya se está acabando", repetía constantemente, para alimentar la histeria reinante en el lugar). Claro que sólo se estaba haciendo rogar: quedaban aún dos bis por delante, con canciones de su carrera ("¿Lo ves?", "Llega, legó soledad", entre otras) y un compilado final de los grandes éxitos: "Mi soledad y yo", "Amiga mía", "¿Y si fuera ella?".La cita estaba terminando. Pero las mujeres no querían verlo partir nuevamente. Mientras el hombre en cuestión entonaba en su última canción "Sé que el día que la pierda volveré a sufrir por ella, que aparece y que se esconde", los primeros metros cercanos al escenario se vieron invadidos por mujeres que sufrirán hasta la próxima visita. Querían, al menos, un beso de despedida.
El mensaje a Cerati: "Cuando vengo a Buenos Aires, todos los recuerdos se me vienen al corazón y a la cabeza. Es inevitable acordarme de mis amigos, de los que están bien y los que no están tan bien", dijo Sanz en un momento del show con un tono sombrío, alejado del que usó en el resto del concierto. Todos sabían hacia dónde iba, pero un desaforado "Alejandro te amo" interrumpió el momento y fue recién varios temas más adelante cuando el músico completó el mensaje: "Antes quería dedicar algo pero no me dejó la emoción. a Gustavo". Se refería a Cerati, su colega que desde mayo del año pasado está internado meses tras sufrir un accidente cerebrovascular. Sus dichos despertaron aplausos y por apenas segundos, un momento de silencio.
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