Puntual, como siempre, Alejandro Sanz me recibe en la acogedora suite de un hotel de Miami Beach. Viste informalmente: gorra con la insignia de Nueva York, una ligera camiseta gris de algodón, jeans negros y —un detalle que me llama mucho la atención— ¡botas!, algo verdaderamente inusual en pleno verano de Miami Beach. El calor es inclemente y él balancea la osadía de su calzado refrescándose con una cerveza. Sonriente, se sienta a mi lado en un cómodo sofá. Las ventanas y la puerta, abiertas, nos permiten sentir la brisa que sopla desde la playa. Y así, frente al mar, el cantante y compositor madrileño me entregó unos minutos de su vida y algo de su corazón que, muy lejos de “partío”, está feliz. En esta conversación nos dice por qué.
Estás, como quien dice, de luna de miel, te acabas de casar justamente en el año que celebras tu vigésimo aniversario de carrera. ¿Qué crees que se necesitará para igualar esa cifra en tu vida matrimonial?Creo que uno debe ponerlo todo. Cuando uno adquiere un compromiso, sea el que sea, tienes que poner todo de tu parte. Creo que lo más importante siempre es entregarte y estar seguro de lo que vas a hacer. Casarte, como cualquier otra cosa en la vida, no es algo que uno decida por la mañana y diga “me voy a casar esta tarde”. No, hay que pensárselo. Hay que saber qué paso estás dando, y si no tienes ganas de casarte, no te cases. Yo no entiendo a la gente que no tenía ganas de casarse y se ha casado. Es una estupidez y una soberana tontería que le va a costar el resto de su vida. Además, lo va a pagar. Yo he tardado mucho en casarme porque no quería casarme. Punto. Entonces, cuando lo he decidido, pues lo he decidido y estoy convencido. Lo he hecho con la intención de que dure para siempre, que es para lo que se hacen estas cosas, ¿no?
Curiosamente, ahora que estás en tu luna de miel, sacas este nuevo CD (La música no se toca), el cual incluye varios temas de despedida. Es uno de esos lujos que sólo el arte permite: explorar emociones que se encuentran en sentido opuesto a la realidad personal.
Sí, bueno, yo creo que es importante que la música no siempre refleje tu estado de ánimo o tu situación personal, porque si no los discos serían monotemáticos. Si estás muy bien, todo el disco saca temas de felicidad, y si estás muy mal, todo el disco sale con canciones de infelicidad. Mi música no es autobiográfica porque yo creo que las canciones deben hablar de las situaciones que no tienen nada que ver con el momento presente, sino de situaciones que a todos nos pasan. Las canciones son como la cronología del amor y la vivencia de todos en cualquier momento.
Musicalmente, el disco retoma tus raíces del flamenco y explora con otras fusiones de los años ochenta. ¿Cuál fue la fusión más osada con la que experimentaste?
Yo creo que hay algunas sorpresas, sobre todo que hemos hecho una parte un poquito moderna. Trae sonidos de los ochenta, así como flamenco, que son mis raíces y nunca prescindo de ellas. Los teclados son un poco ochenteros, pero con arreglos muy modernos. Yo creo que esto se nota mucho en las canciones.
La música no se toca es un título sugerente, hasta intimidante, ¿no?
Bueno, yo creo que bastante sugerente pero al mismo tiempo contundente. Es una forma de pedir respeto hacia la música, pero sobre todo de rendirle un homenaje. Después de llegar el productor, Julio Reyes, al estudio me dijo: “Lo primero que sentí al entrar a esta casa fue el respeto que hay hacia la música”. Eso era lo que quería yo representar en el disco: un sentimiento poderoso.
Esa pasión, “esos sentimientos poderosos”, también los vuelcas en la pintura, en la fotografía… Me parece que te gustan todas las expresiones artísticas.
Sí, me gustan todas las expresiones artísticas, hasta hice una exposición de fotografía una vez, era algo benéfico para los niños. La verdad no fue algo profesional, lo hice porque me gusta la fotografía. Yo andaba tomando fotos de aquello que me gustaba con una camarita de 4 megapíxeles, de esas primeras que salieron, que eran horribles. Yo iba haciendo fotografías de todos los países por donde iba, y entonces todas esas fotos luego las hice en grande y salió una exposición muy bonita. Ahora tengo otra cámara y he leído uno que otro libro para mejorar la fotografía, pues es algo que me sigue gustando mucho. Lo que tú decías es cierto, cualquiera que sea la expresión del arte, me atrapa. Ahora estoy esperando a escribir un libro. Quiero que vaya saliendo tranquilo y fácil.
¿De qué tratará?
Es como una autobiografía de emociones. ¿Por qué, para qué iba a escribir una autobiografía regular, digo yo? Eso de contar lo que casi todo el mundo ya sabe no va conmigo. Por eso prefiero escribir sobre cómo tus emociones enfrentan tu cotidianidad y lo que la gente no conoce de ti. Pero bueno, es para un plazo largo. Yo creo que toda actividad artística es un reto para un artista y es algo bonito, y esos retos en diferentes formas y manifestaciones son algo que, espero, siempre existirán en mi vida.
Parece que tienes una vida plena: feliz en el amor, feliz en el arte… ¿Eres realmente feliz?
Me parece que sí. Me siento en un buen momento de mi vida. Sí, estoy feliz.
¿Qué es la felicidad para ti?
Bueno, la felicidad es lo contrario a la tristeza, ¿no? Todo lo contrario a la tristeza y no se parece a la tristeza. Como conozco también la tristeza te puedo decir que yo no soy feliz supino, yo creo que la felicidad supina es una tontería. Nadie puede ser completamente feliz si no es idiota. Pero creo que la felicidad moderada, que es la que vivimos, está muy bien. En mi vida hay momentos malos, como en la vida de todo el mundo, pero el balance tira más a lo positivo. Yo creo que esa es la felicidad, ¿no?
Haciendo balance de tu vida, ¿hay algo de lo que te hayas arrepentido o que te gustaría cambiar?
Yo siempre me voy a arrepentir del primer cigarrillo que encendí en mi vida. No debí encendérmelo, es una lacra para el resto de tu vida.
¿Y ya apagaste el último?
No, pero quizás ya apagué el penúltimo.
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