¿A quién no le embargó la nostalgia cuando se escucharon los acordes
de “Amiga mía”? o ¿quién dudó cuando Alejandro Sanz se dijo
agradecido por estar de vuelta en tierras yucatecas? En el concierto que el madrileño ofreció anteanoche en el Kukulcán,
ante poco más de 10 mil personas, no hubo frases acartonadas y gestos
mecanizados. Fue sólo un: “Les quiero un montón, un chin…”, casi a mitad del show,
para constatar el gusto que le daba al artista, de 43 años, volver a Yucatán. El tour “La música no se toca” comenzó apenas la semana pasada en
Puebla y aunque su nuevo disco tiene menos de un mes de haber salido al mercado,
las canciones que son parte de este material, “Llamando a la mujer acción”, “Cómo decir sin andar diciendo” y “Se vende” -con las
que abrió la velada a las 9:20 de la noche-, las interpretó como si las cantara
de toda la vida. Quienes no alcanzaron a comprar el disco que da nombre a la gira y, por
consiguiente, no pudieron corear la primera parte del concierto, optaron por
seguir con atención cada uno de sus movimientos.Su sonrisa fue, sin duda, un deleite para sus seguidoras. "¿
Y el calorcito qué tal? Qué rico volver y estar aquí. De verdad, vamos a
hacer todo para que esta noche la pasemos bien”, fue la presentación en el
primero de varios momentos en los que Sanz se dirigió al público. A juzgar por los gritos de euforia que se escucharon durante las dos horas de
show, el objetivo se cumplió. Una luna brillante y un sol fulguroso, proyectados en una pantalla de LED al
fondo del escenario, fueron las primeras señales de la vasta producción en
iluminación que, junto con sonidos metálicos, aderezaron cada una de sus
interpretaciones. Llamó la atención que el grupo de músicos del artista fuera liderado por
mujeres, entre el cual destacó la trompetista y bajista.Pero fue una rubia enfundada en vestido de cuero negro y dorado que robó
cámara cuando llegó el momento de hacer gala de su destreza con la guitarra
eléctrica.Sanz no esperaba que la primera estrofa de “Quisiera ser” se la robara el
público. Complacido por la entrega de sus fans los exhortó con: “¡
Vamos, Mérida, que
no se diga…!”, para que lo acompañaran en esa y otras canciones como “Camino de
rosas”, “Enséñame tus manos” y “Me iré”. Todo estaba a pedir de boca para que llegaran las canciones que siempre
acompañan a Alejandro Sanz: “Cuando nadie me ve” fue una de ellas. Y otra: “
una
canción que escribí hace tres días”, dijo a manera de broma cuando presentó “Mi
soledad y yo”, con la que desató un coro monumental. Sobre el escenario, Alejandro Sanz sudó a más no poder. También fue evidente
que se sentía como en casa; dejó escapar sonrisas a la menor intención y no dejó
de pedir coros. “
Si en esta no bailan, entonces me retiro”, bromeó antes de dar paso al éxito
“Corazón partío”, y seguir con “No me compares” y “No es lo mismo”. “
Todavía me quedan 500 canciones y ya me hicieron sudar. Les quiero un
montón, un chin… No veo la hora de volver. Pórtense bien y si se portan mal,
llámenme”, comentario que cerró con un guiño. “Looking for Paradise”, “La música no se toca” y “Mi marciana”, que escribió
para su esposa Raquel Perera, fue la antesala para la despedida que el artista
ensayó junto al público, pero que postergó como pudo. “
Sé que hay muchas palabras gastadas. Gracias es una de ellas. Pero hoy se
los digo de todo corazón, muchas gracias y espero verlos la próxima vez”, añadió
para luego fusionar “Amiga mía” y otro éxito “Y ¿si fuera ella?”. Aunque quedó a deber “Pisando fuerte” no hubo reclamos. ¿Cómo reprochar
cuando se despidió lanzando besos al aire? Este es el link:
http://yucatan.com.mx/espectaculos/alejandro-sanz-envuelve-a-merida
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