sábado, 22 de junio de 2013

Gira La música no se toca - Canciones con derecho a roce

Las fans de Alejandro Sanz que eran adolescentes cuando publicó en 1991 "Viviendo deprisa" ya han sobrepasado los cuarenta, igual que el propio cantante; pero acuden a sus conciertos con la misma ilusión y con la cabeza bien alta, con la certeza de estar a la última, lo que bien poco tiene que ver con las que recuperan su juventud en los conciertos de Los Pecos. Después de 20 años en los escenarios, el artista madrileño, pero andaluz de corazón, demostró ayer en el Palacio de Deportes de Granada que es un artista de plena vigencia, que conserva su primer público pero que ha ido sumando a todas las generaciones posteriores, que se han ido incorporando a su música con la ilusión de la primera vez. Horas antes, escribió en su cuenta de Twitter que estaba de camino escuchando a Triana: "La magia está por todos lados, Andalucía madre...".  Con unos kilos menos y unos tatuajes de más, Alejandro Sanz se presentó en Granada después de meter a más de 25.000 personas en el Estadio de la Cartuja de Sevilla el pasado miércoles. A estas alturas, hace siglos que no tiene que mirar por la cortinilla a ver cómo de llenas están las gradas; siempre, inexcusablemente, están a tope. Ayer consiguió hacer latir a más de 8.000 corazones a la vez. "Cada vez que estoy en Granada lo hago como de puntillas, porque me parece que estoy en un sueño y no quiero despertarme", dijo el cantante como presentación antes de cantar "Llamando a la mujer acción", "Cómo decir sin andar diciendo" y "Se vende", temas en su estilo de estribillos kilométricos que parecen ser un reto a la memoria de sus fans. Pero sus nuevas canciones ya están guardadas en la memoria sentimental de los espectadores y cantaron con él en un alarde de memoria. El concierto prosiguió con un popurrí de temas como "Quisiera ser el aire", "Camino de rosas" o "Cuando nadie me ve", mientras la espectacular escenografía diseñada por Luis Pastor y los 100.000 vatios de sonido emulaban una noche estrellada muy apropiada para los temas más tranquilos e íntimos, interpretados en un segundo tramo del concierto con los coristas de la banda -Sara Devine (Arkansas) y Jackie Méndez (Miami)- junto a un insuperable Alfonso Pérez al piano. Mientras otros artistas apuestan por los conciertos umplugged para tener más intimidad con el público -una excusa como otra cualquiera para reducir costes-, Alejandro Sanz se acompaña de una formidable banda de diez músicos capitaneados por el guitarrista Mike Ciro, un lujo sobre las tablas que ha acompañado a otros artistas como Stevie Wonder, Sting, Mariah Carey, Alicia Keys o Beyoncé. Es decir, que Alejandro Sanz no se priva de nada cuando sale de gira, al menos sobre el escenario. El público fue entrando aún más en calor cuando sonaron los primeros éxitos del madrileño. Así llegaron "Corazón partío" y "Mi soledad y yo" entre otras. Y tras ellas, la presentación de la gran banda que acompaña al cantante, siendo en este caso Chris Hierro quien hizo de speaker a lo Pepe Reina después de ganar un Mundial o una Eurocopa. Alejandro Sanz demostró que la música no se toca aunque más de 8.000 personas salieron con las huellas dactilares de sus canciones impresas en el corazón.

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