miércoles, 4 de marzo de 2015

Alejandro Sanz: "¿Tú crees que yo voy juntando palabras al azar?"

24 años después de lograr su primer millón de discos vendidos, el cantante acaba de publicar su nuevo single, Un zombie a la intemperie. Fue un ídolo de adolescentes, pero ya han pasado más de 20 años desde que Alejandro Sanz vendiera su primer millón de discos. Acaba de presentar su nuevo single, Un zombie a la intemperie, adelanto de su nuevo disco Una única palabra.

¿Le duele que le recuerden su edad?

En absoluto

Así que nada de crisis de la mediana edad...

¡Qué va! Hay gente que usa la edad como arma arrojadiza. Yo no. Con los años no he cambiado. La experiencia está sobrevalorada.

En los últimos años se ha llevado muchos disgustos: la muerte de un ser querido, una separación... ¿Ha perdido la inocencia?

Siempre he sido muy inocente, con todo.

¿Y con los periodistas?

A los periodistas los veo venir a leguas. Pero bueno, admito que, aunque vaya de Peter Pan, también tengo alguna que otra cicatriz para enseñar a los amigotes.

¿Y a mí?

¡A ti no!

A estas alturas, sus canciones siguen siendo de lo más romanticón. ¿Aún lo pasa mal por amor?

Yo soy un sufridor del amor. Pero no me preguntes por eso porque es muy difícil de explicar; de hecho, escribo canciones todo el rato precisamente para intentar contarlo y no soy capaz.

A lo mejor le hicieron algo de pequeño.

Mi madre tenía un zueco de enfermera teledirigido. Lo tiraba y, como fuera a por ti, no tenías donde esconderte. Era un mujer severa, aunque también era otra época.

Entonces quizá haya una explicación freudiana.

El único libro de Freud que yo he visto en mi vida lo leía mi madre en el baño de casa.

Es usted católico y apostólico, ¿no?

Yo creo, pero no soy como Juan Luis Guerra, que incluso es pastor. Ojalá lo fuese. Recuerdo cuando volvíamos del concierto por la paz que organizó Juanes en Colombia. En medio del viaje el avión empezó a moverse y yo me moría de miedo, así que le dije a Juan Luis “Oye, tú que tienes mano con Dios, habla con él”. Me contestó: “¿Yo? Ya he hablado con él. Me ha dicho: Salmo 4.40. ¿Por qué temes? ¿Es que no tienes fe?”. Yo tengo muchas crisis de fe. No es fácil creer.

¿Su Dios es un anciano con túnica blanca y una barba poblada?

Mi Dios es un informático: un señor que tiene las claves de mi sistema operativo.

En una de sus canciones habla de una sombra que sin darse cuenta “me acompaña, como España”. ¿La sombra de España es alargada o no encontraba otra palabra que rimase?

¡Pero bueno! ¿Tú crees que yo voy juntando palabras al azar? Esa frase se refiere a que aunque viva en Miami y siempre esté de viaje por el mundo, soy español, para bien o para mal. Eso es algo que uno no decide y que determina tu personalidad de una forma muy concreta.

Pues concrete...

Somos gritones, cariñosos, risueños, llorones, histriónicos.

¿Y envidiosos?

Alguno hay. Pero eso se quita con un par de leches.

Shakira, Paz Vega, Rafa Nadal, Eva Longoria, Fernando Alonso, Raquel del Rosario... Todas estas estrellas le han apoyando en su carrera. ¿Qué les da?

Que cocino muy bien. A una cena que hice en mi casita de La Vera (Extremadura) vinieron 37 personas.

¿Y cómo reconoce una estrella a un verdadero amigo?

Pues como el resto de los mortales: en los malos momentos.

¿De todas las leyendas urbanas que circulan sobre usted, cuál es su favorita?

Ninguna me gusta mucho, la verdad.

Y ¿a quién le gustaría encontrarse en el Paraíso?

A Janis Joplin, a Manuel Torres. Y a Camarón, claro. 

*Entrevista originalmente publicada en el número 15 de Vanity Fair.

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