Llegó buscando el paraíso (según señala el estribillo de una de las canciones de su nuevo disco) y lo encontró. Un Coliseo entregado desde los minutos previos al concierto que esperaba impaciente los primeros versos de Alejandro Sanz. No se hizo mucho de rogar. Con diez minutos de retraso, acudió a su cita con el público y saltó al escenario para ofrecer su primer tema, Peter Punk, una canción que habla de esa gente que no acepta las distintas etapas de la vida. Apenas unas quinientas entradas le faltaron para completar el aforo por cuarta vez, pero en esta ocasión no lo consiguió, se tuvo que conformar con acariciar el lleno. Pero aún así, Sanz logró congregar a más de nueve mil personas en la que fue su octava visita a la ciudad herculina. El cantante llegó al Coliseo contento y relajado, más accesible que en otras ocasiones. A media tarde, en el ensayo previo al recital, el cantante permitió el acceso a treinta de las fans que tenían entrada para la zona paraíso, la más exclusiva de las secciones en las que se había dividido el auditorio y para la cual los tickets se habían agotado hacía días. Después, su capricho de estrella para degustar en el camerino antes de subirse al escenario tuvo un toque muy galaico: una ración de percebes. Cuando las luces se apagaron, el cantante salió a escena vestido con unos vaqueros, americana de pana negra y camiseta. Saludó al público con un cordial "Boas noites, Coruña" y, a la tercera canción, decidió hablar de la especial relación que mantiene con esta ciudad. "¿Vamos a hacer un concierto?", preguntó a un público compuesto en su mayor parte por chicas quinceañeras y que respondió afirmativamente. "Ustedes mandan", dijo el cantante, y prosiguió con la actuación. La puesta en escena dejó claro que el madrileño ha dado un nuevo giro a su carrera musical con su nuevo trabajo, Paraíso Express, un álbum lleno de alegría y espíritu positivo que contagia cuando se sube al escenario. Encima de la cabeza del cantante, 140 metros cuadrados de pantallas ultraligeras ofrecían un espectáculo parecido al efecto 3D en el cine y simulaban una sorprendente lluvia virtual dentro del Coliseo. A cada lado del escenario, dos pantallas gigantes de gran definición permitían a los espectadores más alejados contar cada gota de sudor que el cantante derramó. Después del primer tema, Peter Punk, el cantante fue alternando canciones nuevas y temas de discos anteriores. Así, el segundo tema que sonó fue Lo que fui es lo que soy, seguida por Desde cuándo, del nuevo disco, y, a continuación, Viviendo deprisa. Así hasta llegar a su tema estrella del Corazón partío, que sonó pronto, a la sexta canción. Y así, tema a tema, fue desgranando su último disco, una colección de diez canciones con los que Sanz consiguió sumergir al público en la historia de cada una de ellas con la idea de llevarlo a sus paraísos particulares.
Más tarde, el de Moratalaz volvió a hablar con el público coruñés apelando para preguntarle: "¿Qué habéis hecho todo este tiempo sin mí?". Y él mismo respondió: "Ir a la playa", en alusión al tiempo veraniego que lo recibió ayer en la ciudad. El público, mayoritariamente femenino y muy entregado, no dejó de corear el nombre del cantante y con algunas de sus canciones más populares, el Coliseo se transformó por momentos en un auténtico karaoke. La imagen explicaba por sí misma por qué es el artista que más personas ha conseguido congregar en el multiusos coruñés. Pero también hubo tiempo para sus letras más relajadas y sosegadas. Los temas rockeros y movidos dieron paso a sus baladas más conocidas. Una banda de nueve músicos, dirigidos por el neoyorkino Mike Ciro, arropó a Sanz en el escenario durante las más de dos horas que duró el concierto. Al término del mismo, el cantante durmió en el céntrico hotel Finisterre, donde ya había pernoctado también la noche anterior. Desde allí se dirigirá a Vigo, donde actuará hoy, a partir de las 22.30 horas, en el Instituto Ferial.
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