Vuelve por donde solía y, sin embargo, es un Alejandro diferente, cercano, presto a una promoción intensísima. Desde hace una semana, no hay revista, radio, periódico o televisión en el que no haya aparecido. Bienvenido.
¿Alguna vez había promocionado tanto un trabajo nuevo?
¡Nunca! Quizá cuando tenía 20 años. Hoy, por ejemplo, he empezado a las siete menos cuarto de la mañana -nuestra entrevista se desarrolla desde las 17 h.-. Tenía toda la sensación de estar saliendo de un 'after hours' y de que sólo me faltaba un 'gin-tonic' en la mano.
¿Y por qué una estrella como usted se aplica ahora tanto en estas labores?
¡Nunca! Quizá cuando tenía 20 años. Hoy, por ejemplo, he empezado a las siete menos cuarto de la mañana -nuestra entrevista se desarrolla desde las 17 h.-. Tenía toda la sensación de estar saliendo de un 'after hours' y de que sólo me faltaba un 'gin-tonic' en la mano.
Para que luego no me critiquen los medios. Luego decís que soy muy distante...
En esa percepción influye mucho que usted viva en Miami.
Quizá. También ha sido porque quiero transmitir la idea de que es un disco muy cercano, me quiero acercar más a la gente, y eso también tiene sus momentos bonitos. Cuando he hecho el 'tour' de las radios, a las que hacía años que no iba, me he encontrado con muchos amigos de los inicios de mi carrera. Todo tiene su punto.
¿Ha compuesto el disco que le estaban pidiendo sus fans?
Parece que sí. Hay muchos que me dicen eso: "por fin". Pero quiero defender mis trabajos anteriores. Creo que esos cambios hay que darlos siempre. Hay que arriesgarse a hacer cosas diferentes. Puede que a la gente no le hayan gustado tanto, pero es sano para un músico. Sobre todo he hecho el disco que quería hacer, he retomado el espíritu del principio.
Quizá porque ha pasado una etapa complicada en su vida, ¿vuelve a los orígenes para volver a sentirse en casa...?
Es una bonita forma de verlo, sí. Estoy de acuerdo, es un poco el refugio, el sitio donde te sientes más cómodo... También es una etapa más. A veces dejas las cosas un poco apartadas, a un lado, y luego las retomas y las revives. Estoy contento con el camino, siempre he pensado que el camino es el lugar donde estar, seguir avanzando siempre aunque retornes a algunas cosas.
Una persona como usted, con hogares repartidos por todo el mundo, ¿dónde se siente más en casa?
Probablemente en mi finca (en Extremadura) o cuando voy a Andalucía... Con mi familia es cuando estoy en casa.
¿Es muy complicado reflejar en las canciones lo que le pasa a la gente cuando uno es Alejandro Sanz y no puede mezclarse con esa gente?
Sí que hay que hacer un ejercicio de poner los pies sobre la tierra. Yo tengo una familia que me mantiene al día. ¡Lo mejor para no perder el norte es tener una madre del sur! Se pierden determinadas vivencias, es indudable; entonces tienes que echar mano de los recuerdos, de las sensaciones previas, como los actores.
¿Alguna vez ha dicho: me borro del mundo, no quiero ser Alejandro Sanz?
Alguna vez me he planteado dejarlo todo, sí, y decir basta. Hay cosas duras en el camino, crueles diría yo, a veces no entiendes cómo un tipo que se dedica a componer canciones y a escribir música puede generar esa animadversión, te atacan con una vehemencia que te da la sensación de ser uno de los peores criminales de mundo. Después les perdonan todo a los políticos. Pero siempre hay algo que te rescata de todo eso: la música y la gente. De cuatro que hay así, otros 100.000 te dicen que tu música les acompaña en sus mejores y en sus peores momentos.
Precisamente usted ha hecho de internet su aliado, creando una web y un foro con los que mantiene contacto permanente. Otros artistas se han revuelto contra la red como si fuera su peor enemigo.
No se puede ir en contra de Internet, está ahí y ya no se va a ir. Hay dos formas de verlo, bien o mal, y las dos cuestan el mismo trabajo. Tiene muchas posibilidades, pero es verdad que son las puertas del cielo y las del infierno, cada uno escoge.
Si tuviera que definir 'Paraíso express' en dos o tres adjetivos...
Es pleno, positivo, musicalmente interesante.
Lleva ocho álbumes de estudio, ¿qué ha aprendido con éste?
Es pronto para decirlo. Hay gran parte del disco que no voy a entender hasta que me tome una distancia. Muchas veces escucho mis primeros trabajos y encuentro cosas que, con el paso de los años, por fin adquieren su sentido. Cosas que no sabía por qué había escrito y de repente son un descubrimiento. Hay una parte de subconsciencia muy lúcida, más que la conciencia a veces. Son de esas cosas que no has llegado a digerir, las escribes, y hay mucho de impulso y de prontitud en la escritura, y a veces crees que ha mandado más la belleza de la composición que el sentido pero, después, con el tiempo, se explican solas.
En este caso, primero ha compuesto la melodía y luego las letras.
Sí, como Quintero, León y Quiroga. Quintero llamaba por teléfono a León para contarle cómo eran las melodías por números. Le llamaba y le decía: "13, 14, 44, 32...". El otro sabía cómo tenía que poner las sílabas para que cupieran en esas melodías. Ha sido una especie de homenaje a eso.
¿Cuáles son el paraíso y el infierno de Alejandro Sanz?
El infierno, si alguna vez estuve, ya ni lo recuerdo. Lo tengo superado. Tendría que haberme llevado alguna postal.
¿Hay muchos infiernos express?
Muchos. Un atasco a la entrada de Madrid, por ejemplo. La gente pierde la educación en cuanto coge un volante. La misma persona que te abriría la puerta educadamente, te pone de vuelta y media si quieres pasar en una carretera.
¿Y paraísos express?
Mi paraíso ahora mismo es mi disco, mis 10 canciones, ver cómo la gente las ha recibido, cómo me cuentan sus rituales para escucharlas. Ayer me confesaba uno que se iba a su casa, se ponía sus velitas, apagaba todas las luces y escuchaba mi trabajo. Es magnífico.
Y un lujo. Todo lo contrario a llevarla de 'ringtone' en el móvil.
Los que trabajan conmigo llevan mis temas en su móvil. Sé que es una cuestión de lealtad, pero también sé que no es el mejor fin para una canción.
¿Hay algún ritual que cumpla siempre que vuelve a casa, a Madrid?
Solía tomarme unas bravas, y siempre iba a La Dolores a tomarme una cañita con mis boquerones en vinagre, pero ahora es difícil.
En ningún sitio tiran la cerveza como aquí.
Pero ni en Alemania ni en ninguna parte. Esa cremita... ¡ah! No se paga con dinero.
¿Alguna vez se da una vuelta por Moratalaz, el barrio donde creció?
De vez en cuando lo hago. Cuando tengo días libres y me levanto pronto cojo el coche, me doy una vueltecita por allí y, si veo que no hay mucho jaleo, paro en El Toledano, que me conocen de toda la vida, y si tengo suerte hasta me encuentro a algún coleguilla de los de entonces. He perdido mucho el contacto, claro, es complicado, pero conservo algunos amigos.
De Moratalaz a Colombia y Venezuela. ¿Repetirán el concierto por la paz que ya dieron en la frontera de estos países?
Yo alucino con éstos. Con la cantidad de problemas internos que hay en Colombia y Venezuela, no me puedo creer cómo están pensando en la guerra.
Precisamente por eso, si hay un enemigo externo, los problemas internos desaparecen. Es política exterior básica.
Hablé con Juanes sobre esto, que es un hombre absolutamente dedicado a salvar el mundo, y con Miguel (Bosé). Estamos esperando a ver cómo se desarrollan los acontecimientos para ver qué hacemos. Eso de salvador del mundo es un síndrome que nos da a todos tarde o temprano.
Es lo bueno que tiene la fama.
Sí, es verdad. Haremos algo. La primera vez que se celebró, el mensaje fue muy claro: nosotros vamos a quedarnos aquí, si quieren pasar los tanques tendrán que hacerlo por encima de todos nosotros. El único que nos llamó después de aquello fue Rafael Correa, el presidente de Ecuador, para darnos las gracias y decirnos que iba a trabajar por la paz.
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