-¿Qué tal se vive en el paraíso?
-Llevamos nueve meses de gira y son muchos viajes, mucho tiempo fuera de casa y cansa, pero ver a la gente y al equipo disfrutar en cada concierto hace que merezca la pena.
-¿Cómo resiste el cuerpo una gira tan larga?
-Hay que entrenar mucho cada día por la mañana y llevar una vida tranquila, dormir ocho horas para tener la voz siempre a punto.
-¿La música es su paraíso o tiene otros?
-Tengo muchos, mi familia, mis amigos, una buena película también puede serlo, o un buen libro.
-¿Da pánico que en una hora se agoten las entradas para un concierto suyo?
-Da mucho gusto, no entro en pánico en un escenario, es lo que hago, lo que sé hacer, y para lo que nací.
-¿Y responsabilidad?
-Sí, pero estoy muy convencido de lo que hago. Damos calidad, hay días mejores y peores, pero mantenemos una media.
-¿Cómo hizo la selección de canciones para el espectáculo que se podrá ver mañana en Valencia?
-Quería meter todas las canciones del último disco y hay temas que no puedo quitar del repertorio porque si no parece que falta algo. Además he incluido canciones del primer disco, que nunca las había cantado en las giras y muchos seguidores las recuerdan.
-¿Se siente muy diferente cantando ahora temas de sus primeros álbumes?
-Depende. Algunos como «Pisando fuerte» ya no los canto. Me da vergüenza torera tocarla porque de adolescente tengo ya poco. Otras canciones resisten bien el paso del tiempo, como «Lo que fui es lo que soy» o «Viviendo deprisa».
-¿Y todo lo que fue es lo que es ahora?
-En muchos aspectos soy más cosas de lo que fui, estoy en una etapa más madura de mi vida, más tranquilo. He ganado muchos amigos y también algún enemigo, lo cual es lógico también.
-¿El núcleo es el mismo?
-Conservo las ganas del principio por subirme a un escenario y la ilusión por hacer buenas canciones y el trabajo bien. El día que pierda la ilusión me tendré que dedicar al golf. Bueno, el golf no me gusta, así que haré lo que sea que hace la gente que pierde la ilusión.
-¿Qué medidas hay que tomar para que la fama no se suba a la cabeza?
-Para no perder el norte hay que tener una madre del sur. Mi familia es muy normal, con la cabeza en los hombros, que siempre me pone en mi sitio. Sólo soy un tipo con suerte por tener un trabajo, que hoy en día ya es un lujo.
-¿Y de la fama también hay que defenderse?
-Hay que ser un poco sastre, tomar medidas para que no te afecten algunas cosas en demasía. No se debe entrar a los trapos que salen, hay mucho espontáneo en esta plaza.
-¿Siente que ha vivido deprisa?
-He vivido muchas vidas, he viajado y he conocido a cantidad de gente. Son cosas que con otra profesión no habría pasado.
-¿Se planteó alguna vez dedicarse a otra labor?
-Yo no. Mi madre, sí. Ella quería que fuese funcionario o banquero. Las madres tienen ese punto de la seguridad del sueldo fijo, pero nunca fue mi forma de entender la vida.
-Está en Facebook, en Twitter. Se atreve con las redes sociales...
-Estoy encantado, me gusta estar en contacto con la gente, que me cuenten sus inquietudes. Las redes sociales se utilizan tanto para negociar las emociones como para denunciar hechos. Eso es fantástico. Suelo poner fotos para que todo el mundo pueda viajar conmigo.
-¿No teme salir escaldado como Calamaro?
-Bueno, yo leí lo que escribió Calamaro y creo que no está bien insultar a todo el mundo que usa las redes sociales sólo porque a él le haya ido mal. No sé si es demasiado especial y los demás no tenemos su capacidad intelectual. Uno puede dejar las cosas sin agraviar a los demás. Esa postura tan prepotente no la comparto.
-A usted llegaron a suplantarle la personalidad en Twitter.
-En Twitter te encuentras de todo, gente más profunda, más superficial, como en el mundo. Los hay más o menos inteligentes y no pasa nada. No se puede pretender que esté todo el mundo recitando cada día a Miguel Hernández.
-Se rapó la cabeza por la victoria de la Selección Española de Fútbol, ¿qué va a hacer si la de Baloncesto repite hazaña?
-No lo he pensado todavía, pero lo que apueste lo voy a tener que hacer porque son muy buenos y lo van a conseguir. Nos están acostumbrando a las victorias y eso tampoco es bueno.
-Por culpa del fútbol tuvo sus más y sus menos con el piloto Jorge Lorenzo. Al final le invitó a subirse con usted al concierto que dará en Barcelona. ¿Lo hará?
-Puede ser, si está allí me dijo que vendría. Hablé con él y me disculpé porque me sentí mal. En el momento fui un poco impulsivo y creo que el chaval no quiso ofender a nadie. Tenía un temor con los más radicales del nacionalismo. Hay que normalizar las cosas. Todos somos capaces de respetar los nacionalismos pero ellos también tendrían que respetarnos a nosotros.
-¿Cuánto dura el concierto que ofrecerá en Valencia?
-Dos horas y algo.
-¿Hay algún momento que considera especial en él?
-Sí, la gente destaca el momento en el que me siento al piano y canto solo.
-La música llora por la piratería y a usted ni le roza.
-Qué va. Me afecta muchísimo. Se puede ver en las cifras de lo que se vendía antes y ahora. Antes había cinco o seis artistas que vendían un millón de discos. Hoy vender 100.000 es un exitazo. En algún momento llegaremos a una forma diferente de entender el negocio.
-Y cuándo acabe la gira, ¿qué?
-Descansaré un poco y empezaré a componer para el nuevo disco, que todavía no me he planteado cuándo saldrá.
-Llevamos nueve meses de gira y son muchos viajes, mucho tiempo fuera de casa y cansa, pero ver a la gente y al equipo disfrutar en cada concierto hace que merezca la pena.
-¿Cómo resiste el cuerpo una gira tan larga?
-Hay que entrenar mucho cada día por la mañana y llevar una vida tranquila, dormir ocho horas para tener la voz siempre a punto.
-¿La música es su paraíso o tiene otros?
-Tengo muchos, mi familia, mis amigos, una buena película también puede serlo, o un buen libro.
-¿Da pánico que en una hora se agoten las entradas para un concierto suyo?
-Da mucho gusto, no entro en pánico en un escenario, es lo que hago, lo que sé hacer, y para lo que nací.
-¿Y responsabilidad?
-Sí, pero estoy muy convencido de lo que hago. Damos calidad, hay días mejores y peores, pero mantenemos una media.
-¿Cómo hizo la selección de canciones para el espectáculo que se podrá ver mañana en Valencia?
-Quería meter todas las canciones del último disco y hay temas que no puedo quitar del repertorio porque si no parece que falta algo. Además he incluido canciones del primer disco, que nunca las había cantado en las giras y muchos seguidores las recuerdan.
-¿Se siente muy diferente cantando ahora temas de sus primeros álbumes?
-Depende. Algunos como «Pisando fuerte» ya no los canto. Me da vergüenza torera tocarla porque de adolescente tengo ya poco. Otras canciones resisten bien el paso del tiempo, como «Lo que fui es lo que soy» o «Viviendo deprisa».
-¿Y todo lo que fue es lo que es ahora?
-En muchos aspectos soy más cosas de lo que fui, estoy en una etapa más madura de mi vida, más tranquilo. He ganado muchos amigos y también algún enemigo, lo cual es lógico también.
-¿El núcleo es el mismo?
-Conservo las ganas del principio por subirme a un escenario y la ilusión por hacer buenas canciones y el trabajo bien. El día que pierda la ilusión me tendré que dedicar al golf. Bueno, el golf no me gusta, así que haré lo que sea que hace la gente que pierde la ilusión.
-¿Qué medidas hay que tomar para que la fama no se suba a la cabeza?
-Para no perder el norte hay que tener una madre del sur. Mi familia es muy normal, con la cabeza en los hombros, que siempre me pone en mi sitio. Sólo soy un tipo con suerte por tener un trabajo, que hoy en día ya es un lujo.
-¿Y de la fama también hay que defenderse?
-Hay que ser un poco sastre, tomar medidas para que no te afecten algunas cosas en demasía. No se debe entrar a los trapos que salen, hay mucho espontáneo en esta plaza.
-¿Siente que ha vivido deprisa?
-He vivido muchas vidas, he viajado y he conocido a cantidad de gente. Son cosas que con otra profesión no habría pasado.
-¿Se planteó alguna vez dedicarse a otra labor?
-Yo no. Mi madre, sí. Ella quería que fuese funcionario o banquero. Las madres tienen ese punto de la seguridad del sueldo fijo, pero nunca fue mi forma de entender la vida.
-Está en Facebook, en Twitter. Se atreve con las redes sociales...
-Estoy encantado, me gusta estar en contacto con la gente, que me cuenten sus inquietudes. Las redes sociales se utilizan tanto para negociar las emociones como para denunciar hechos. Eso es fantástico. Suelo poner fotos para que todo el mundo pueda viajar conmigo.
-¿No teme salir escaldado como Calamaro?
-Bueno, yo leí lo que escribió Calamaro y creo que no está bien insultar a todo el mundo que usa las redes sociales sólo porque a él le haya ido mal. No sé si es demasiado especial y los demás no tenemos su capacidad intelectual. Uno puede dejar las cosas sin agraviar a los demás. Esa postura tan prepotente no la comparto.
-A usted llegaron a suplantarle la personalidad en Twitter.
-En Twitter te encuentras de todo, gente más profunda, más superficial, como en el mundo. Los hay más o menos inteligentes y no pasa nada. No se puede pretender que esté todo el mundo recitando cada día a Miguel Hernández.
-Se rapó la cabeza por la victoria de la Selección Española de Fútbol, ¿qué va a hacer si la de Baloncesto repite hazaña?
-No lo he pensado todavía, pero lo que apueste lo voy a tener que hacer porque son muy buenos y lo van a conseguir. Nos están acostumbrando a las victorias y eso tampoco es bueno.
-Por culpa del fútbol tuvo sus más y sus menos con el piloto Jorge Lorenzo. Al final le invitó a subirse con usted al concierto que dará en Barcelona. ¿Lo hará?
-Puede ser, si está allí me dijo que vendría. Hablé con él y me disculpé porque me sentí mal. En el momento fui un poco impulsivo y creo que el chaval no quiso ofender a nadie. Tenía un temor con los más radicales del nacionalismo. Hay que normalizar las cosas. Todos somos capaces de respetar los nacionalismos pero ellos también tendrían que respetarnos a nosotros.
-¿Cuánto dura el concierto que ofrecerá en Valencia?
-Dos horas y algo.
-¿Hay algún momento que considera especial en él?
-Sí, la gente destaca el momento en el que me siento al piano y canto solo.
-La música llora por la piratería y a usted ni le roza.
-Qué va. Me afecta muchísimo. Se puede ver en las cifras de lo que se vendía antes y ahora. Antes había cinco o seis artistas que vendían un millón de discos. Hoy vender 100.000 es un exitazo. En algún momento llegaremos a una forma diferente de entender el negocio.
-Y cuándo acabe la gira, ¿qué?
-Descansaré un poco y empezaré a componer para el nuevo disco, que todavía no me he planteado cuándo saldrá.
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