No es pedantería. Es arquitectura, capitalismo y consumo; el mar, en Miami, se ve desde la altura. Relajado, con un cardumen gris muy disperso en su pelo, los cuarenta y pico lo sientan en un sillón con vista al mar y, mientras se deja caer, ofrece una cervecita. Alejandro Sanz entendió un par de cosas. La serenidad es suya. Y envidiable.
Al comienzo de tu carrera te llamaste Alejandro Magno. ¿Lo elegiste vos?
¿Por qué tanto odio?[Ríe con calma]Fue un juego de juventud. Nunca me hablaron de ese disco, nunca tuvo éxito, pero ahora de repente me preguntas. Fue un juego, la pasábamos bien, algunos de los músicos de ese disco son considerados mitos de la movida madrileña, pero era una música de petardeo. Divertida en ese momento, pero no es mi música.
A pesar de que en tu casa había guitarras (tu padre era guitarrista), fue tu mamá la que te anotó en clases al verte frente al espejo con una raqueta de tenis. Una cosa que hace una mamá y te marca así... ¿Te asusta no estar atento a pescar un detalle con tus hijos?
Se me pasarán muchas cosas porque es inevitable. Creo que aprender a ser padre es como aprender a ser mejor persona. Más que decirles frases bonitas y más que buscarles cosas creo que es enseñarles con la gestualidad, la cotidianidad, con los actos y los valores que uno tenga.
La bronca irracional con cantantes. En las redes sociales se convoca a una marcha contra Arjona, por ejemplo. ¿Qué te pasa con eso?
¿Armaron una marcha? ¿Por qué?
"No más poesía falsa"...
Es increíble. Hay gente con mucho tiempo libre. Hay cosas mucho más interesantes por las que movilizarse.
Como por ejemplo.
Colaborar con Greenpeace, luchar por el tema de la Antártida, el hambre de los niños, el sida en Zimbabwe.
¿Tenés alguna bronca irracional?
Sí, hay pequeñas cositas inexplicables, pero no las diré porque son inexplicables. Son tan irracionales que mi mente las borra para luego no sentir vergüenza ajena. Sí pasan. Pero tengo que hacer el ejercicio, porque todos tendemos a eso. Muchas veces me pregunté por qué había gente que me odiaba si no me conocía.
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