Gran expectación hay en el mundo entero ante la salida de "La música no se toca" , el nuevo disco de Alejandro Sanz, el próximo 25 de septiembre. Universal Music cuida cada paso que da (bajo absoluto secretismo) el flamante nuevo fichaje de la compañía. En territorio de habla hispana, las fanáticas se las ingenian para atrapar primero cada noticia. Incluso hicieron una campaña en Twitter -donde el cantautor está por alcanzar los 7 millones de seguidores- para que revele la carátula del que es su retorno al estudio, desde "Paraíso express", del 2009. La portada debutó oficialmente esta semana. El mismo Sanz se encargó de comenzar el juego cuando, a través de ciertas pistas, pidió que sus fanáticos adivinaran el nombre de la placa en su página web. Pero fue en Miami que él mismo decidió develar todos sus secretos, cuando ya sonaba en las radios (ininterrumpidamente) con "No me compares", el single con debutó en el primer lugar en iTunes, en emisoras chilenas y del resto del continente. Fue número 1 en 17 países, incluido España y el ranking Billboard. Su video alcanzó las 5 millones de reproducciones en YouTube. "Hay una mezcla de sonidos interesantes, ¿no? Mi forma de cantar ya es bastante peculiar. No sé si es bueno o malo, pero es", dice a "La Segunda" al comentar sus nuevas composiciones. Es una especie de "homenaje posmodernista" a los 80. En perfecta sintonía con la programación clásica que aportó Julio Reyes, compositor y arreglista colombiano, ganador de dos Grammys. "La única idea que teníamos era poner las canciones al servicio de la emoción", añade. Empezó a escribir en Miami y terminó en Ciudad de México, donde componía en un estudio que improvisaron en la casa que ocupó como jurado de "La voz de México" (donde ahora entraron Miguel Bosé y Beto Cuevas). No eran las óptimas condiciones. "No es lo mismo intentar componer ahí... Ya el cocinero me decía: "La segunda estrofa está mejor que la primera"", cuenta con una carcajada. "Hay todo tipo de musas: No todas son despampanantes. Hay algunas más chiquititas, que te mantienen trabajando, por lo menos con la expectativa de que va a salir algo bueno. Si todas las inspiraciones fuesen poéticamente insuperables, ¡no tendríamos con qué comparar! Uno pasa por varios estados de ánimos". Sanz explica que esta vez no quiso dejarse influir por la contingencia del panorama internacional, a la hora de elegir sus temáticas. "¿Es que sabes qué pasa? Yo quise salvar al mundo. Quise salvarlo a través de mi opinión".
-¿Tienes aspiraciones de superhéroe desde niño?
-Sí claro, es una especie de tara que tenemos los artistas. Nos da alguna vez en la vida. Hay quienes no lo superan y habemos otros que nos damos cuenta no sólo que no vamos a salvarlo, sino que formamos parte del ruido con aquello. Intenté ser arquitecto, abogado, decorador, cocinero, médico... y lo que soy es músico. Estoy muy a gusto en mi silencio estruendoso.
-Ahora cuidas tus declaraciones en Twitter. No debe ser fácil para ti, que eres esencialmente opinante.
-Cuesta. Pero prefiero opinar en mi círculo, con gente a la que le sirve, que opinar en un mundo donde las opiniones no importan. Aquí importa el volumen de las opiniones, más que nada.
-¿Tampoco crees que haya que transformar conciencias a través de las canciones?
-Las conciencias hay que cambiarlas a través de los hechos, apoyando las causas que uno cree justas. Hay gente que dedica su vida a salvar el mundo. Superhéroes y demases. No es mi labor, pero yo no voy a dejar de trabajar con Médicos Sin fronteras, Greenpeace y otros.
De hecho, ahora Sanz revela que trabaja en la creación de su propia fundación, para los desempleados. "Quiero crear puestos de trabajo, va muy bien encaminado. No sé para cuándo, pero va". "Es muy importante que las cosas se hagan", advierte. "Ideas sobran. Todo el mundo tiene ideas, pero nadie las realiza... Tiene que ver con mi generación también, nuestros padres eran los superhéroes de verdad. Trabajaban y nos criaban al mismo tempo, sin ayuda. Nosotros que lo hemos tenido todo, hemos ido retrasando el momento en que tomamos nuestro compromiso con la vida. No hemos querido tomar nuestras decisiones hasta muy tarde. Queremos ser padres a los 50 y casarnos a los 60 años". No es su caso, que contrajo matrimonio con Raquel Perera el 23 de mayo pasado. La mujer que lo ha acompañado los últimos cinco años, la madre de su hijo Dylan. El tiene dos más, Manuela y Alexander, el chico de 10 años, que por ahí deambula en la habitación mientras acompaña al padre (que lo presenta con una sonrisa que delata orgullo) en su jornada promocional.Dylan cumplió su primer año en julio. Fue pensando en su madre que el artista eligió un nombre que se pudiera pronunciar fácilmente en español e inglés. "Y por Bob Dylan y Dylan Thomas, etc..." . Imposible que no salga talentoso. "Sí, ¿verdad? Y por el padrino: Paco de Lucía... Y nació en Nueva York. Ese tío va a tener todas las novias del mundo", acota Sanz riéndose con ganas. ¿Artista? "Me encantaría. Es uno de los trabajos más bonitos del mundo". El amor sigue siendo la temática fundamental de su obra. "No me compares" habla sobre la revisión de su pasado. "Sobre con qué estás dispuesto a renunciar para seguir tu camino. Es un conteo que se hace alguna vez en la vida".
-¿Hiciste tú ese conteo ahora?
-Nooo, el tipo de la canción lo hizo (risas)... Yo he hecho varios en mi vida.
-Hay gente que confunde la inconciencia con la valentía. Creen que pueden seguir toda la vida como si tuvieran 20 años. Hay que crecer. Ya está bien de dejarte llevar por la corriente, hay que ponerse a nadar en algún momento.
-¿Qué te trae la vida en tu revisión?
-Bellos recuerdos. Todo lo que ha pasado está muy bien. No me arrepiento de casi nada. Todo lo rescato, lo llevo conmigo como un buen recuerdo, sin quedarme atado a eso. Lo bueno y lo malo. No puedo quejarme de nada, ¡sería un ingrato! Estoy agradecido de todo lo que me ha pasado. De mis malos momentos he aprendido mucho. Estoy aquí, no fueron tan malos... Tengo una estabilidad, una familia...
-¿Es tu familia y este buen momento por el que estás pasando lo que le da el espíritu a este disco?
-Por lo general, no tiene mucho que ver. Hay muy pocos artistas en el mundo que puedan ser autobiográficos. Por no decirte ninguno. Yo no me creo nada de lo que cuenta nadie (risas). De verdad. Tú puedes escribir sobre algo que, más o menos vives o sientes, pero lo que hacen todos es inventarse personajes.... Harrison Ford no es Indiana Jones, aunque todo el mundo piense que sí.
-Pero tú sí eres un poco este personaje del disco.
-Es que yo SÍ soy este personaje (carcajadas). No soy tan perfecto como mis canciones. Lo que representan me refiero, en cuanto a valores, espíritu. Tengo mis debilidades, pero soy muy honesto en lo que escribo. Trato, pero no significa que sean autobiográficas. Más que el mensaje prefiero las metáforas... Me parece mucho más bonito decir "mi marciana" que "mi princesa".
-En medio de este lanzamiento, perdiste a tu madre. ¿Cómo has podido moverte entre la euforia y lo difícil que resulta emocionalmente?
-Cada uno encuentra sus mecanismos. ¿Tú tienes a tus papás? Pues disfrútalos mucho. Yo siempre decía: ¡En la vida nunca pasa nada! Cuando estaba a punto de cumplir 18 pensaba, ahora sí, viene una vuelta de campana. Y nunca pasó. Uno siempre cree que viene, a los 30, a los 40, cuando te casas, nada.... El único revolcón, el día en que realmente te levantas de otra forma, es el día en que muere tu madre. O tu padre. Ese día sí me levanté siendo otra persona.
-Nunca se puede estar preparado, pero hay que encontrar rápido una forma de manejarlo. Si no, te puede llevar fácilmente a la depresión. Y yo soy muy poco dado a la depresión. Soy extrovertido, me gusta la gente...
-¿Sabes cómo salir rápidamente de tus problemas?
-Muy rápido. Es que no sirve de nada quedarse ahí. Enseguida ocupo mi mente y mi corazón con otras cosas. Pero cuando te pasa algo así no le encuentras sentido a la vida.
-¿La música contiene?
-Sí, ayuda mucho. Y mis hijos. Si no hubiera tenido a mis hijos, no sé. Tampoco llevo los dramas a mis canciones, sin embargo muchas llevan mucha rabia adentro... A veces me rebelo así (pone cara de nada). A veces los grandes cambios son muy sigilosos.
-¿Y la fama cómo te la vives ahora, después de períodos de amor y odio con la prensa?
-Siempre los más amados son los más odiados, eso es estadística. Curioso. Ayer veía una película con Iggy Pop, que le decía a un tipo que si se hacía vampiro iba a tener éxito: ¿Y para qué? Te van a perseguir, pedir autógrafos, es un coñazo ... Y hay de cierto en eso, pero tampoco es para tanto. Lo que no entiendo es a la gente que quiere ser famosa, sólo por serlo.
-No debe ser tan fácil como lo haces ver.
-No es nada fácil. La prensa del corazón presume de una ética que no tiene. Si además, no la necesitan, a la gente no le interesa. Ya cuando se deshagan de ese lastre, ayudarán mucho, porque así ya sabremos que son unos hijos de puta y no tendremos que pelearnos más (risas). Yo distingo mucho entre una prensa y otra. Entre paparazzi y paparazzi; entre alguno que está ahí ganándose la vida, de otros locos y desenfrenados.
-Pero en algún momento te enfermaste producto de la presión mediática, suspendiste una gira.
-Hay momentos en los que se vive un verdadero acoso. De verdad, no sé cómo la ley no contempla este tipo de cosas. Imagínate, ya estoy curado de espanto. Y no quiero provocar una polémica con todo esto, es como es y no va a cambiar. Ya no me hace mayor daño, ya puse el límite.
-Después de tantas idas y vueltas, ¿crees que has llevado con sabiduría tu vida?
-No me arrepiento de nada, miro con bastante cariño incluso lo malo. Pero creo que la sabiduría está sobrevalorada, sobre todo la emocional. La sabiduría a tan largo plazo no existe, así como para querer manejar todo. Uno controla sólo los pequeños acontecimientos de la vida.
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